Poemas de Juan Antonio González Iglesias para leer.
Ad Deum non acceditur passibus corporalibus
Tomás de Aquino
Esto es lo que nunca nuestros antepasados
hicieron, desplazarse por la ciudad, de un punto
hasta otro cruzando los dominios del viento.
Materiales de última generación construyen
estos cuerpos humanos. Son más que decatletas.
Con los ojos cerrados rezan estas palabras:
Si tengo todo el tiempo por delante,
tengo todo el espacio por delante.
¿Cuántas curvas podrán engendrar con un salto?
Trazarán contra el cielo un fugaz acueducto
sin sufrir contusiones. Se han vuelto invulnerables
al mobiliario urbano. Cuando caen los espera
el asfalto, el granito transformado en alfombra.
Los obstáculos forman parte de la belleza.
¿Qué harán con el regalo de la elasticidad?
Mostrarlo. Compartirlo. Anticipar futuro.
Rozar con los talones las ramas de los árboles.
Superar la muralla abriendo una parábola.
Nadie se acerca a Dios con los pasos del cuerpo.
Se lanzan como dardos desde las azoteas.
Desconocen el vértigo. Tal vez ya son ingrávidos.
Quedan cuando amanece. Silenciosos practican
equilibrio de gato sobre la balaustrada.
El verdadero don no es la musculatura
sino la voluntad.
En el bus ves por dónde vas
E.M.T. De Madrid
El poema de amor debe tener previsto
el transcurso futuro de los astros
pero también
el vocabulario de la derrota
y la gloria muy simple del minuto.
Debe tener prevista la palabra Albertur
sólo porque está escrita en el costado
del autobús nocturno que te devuelve a casa.
Debe decir la periferia urbana,
aceptar lo que ve por donde va,
y desde nuestros labios convertirse
en oda a las ciudades encendidas.
Debe tener previstos los fracasos,
toda nuestra pobreza,
el miedo a que se quiebre nuestro amor extramuros.
El poema de amor debe saber que somos
iguales, y por tanto debe incluir tu nombre y mi nombre,
de la misma manera que mi nombre incluye el tuyo. Así
no diré que Petrarca no nos sirve.
Diré que no nos basta. Nuestro fuego sucede
más acá de los límites del mundo.
Si el ciprés y la lluvia tienen la misma forma,
no quiero ser oscuro, ni pobre de aventura.
Edward Gibbon
En sangre y en tesoro, la amargura
de los días se paga
imperceptiblemente.
En gotas no se cuenta, ni en monedas.
En palabras tampoco.
La fábula difícil de mis días
no merece poema.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Aristóteles dice: un cuerpo bello
debe ser percibido en su totalidad.
Así te vi llegar esta mañana.
Venías de correr una hora en bici
por la orilla del río. Te duchaste.
Estuvimos nadando juntos. Varios
largos en la piscina transparente.
Nos amamos después, enamorados
de ser distintos y de ser iguales.
Por la tarde estudiabas o leías.
Te vi algunos instantes. Pero ahora
que duermes a mi lado respirando
desnudo en el calor de junio, a oscuras,
creo que el filósofo no se refiere
sólo a la epifanía en el espacio,
al golpe único de la materia,
sino también al cuerpo hecho de tiempo,
a la suma sencilla de momentos
que queda para siempre en el registro
general de los días de este mundo.
Aristóteles dice: un cuerpo bello
debe ser percibido en su totalidad.