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José Lupiáñez

Poemas de José Lupiáñez para leer.

José Lupiáñez: Nocturnos

En las noches lascivas, amables, suntuosas,
nos miran desde el lecho vibrantes, decididas,
desde el lecho que ha sido la góndola azarosa
donde el amor dejaba sus rosas escondidas.

En las noches lascivas nos miran insistentes,
y sus brazos reclaman más dulzura y más brío,
y sus brazos nos rondan, nos prenden de repente
con la lenta amenaza de un mejor desafío.

Mientras las amas, miras esa oscura recámara:
los autos bordan móviles encajes luminosos;
ellas jadean sin tregua, de brillo acribilladas
y tú esperas tan sólo sus dorados sollozos.

Al fin con queja muerden tus hombros y con lágrimas,
y derraman sus cuerpos de nuevo entre tus brazos,
y tú las acaricias, pasas algunas páginas,
y la historia se acaba durmiendo en sus regazos.

Poemas y poetas españoles

José Lupiáñez: Ofrenda

Hubo una flor, un lecho
donde aprendiste pronto la sombra
del deseo, la juventud de un cuerpo
vencido como nave, la soledad
que el alma dejaba en otra frente.

Hubo como una música
saltando de los labios,
como una espina en sangre,
clavada a tu memoria.

Y hubo un amor,
un cáliz, una celeste huída
hacia donde los cuerpos
encontrarán el goce, o la creciente
y fija lentitud de la ofrenda.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

José Lupiáñez: Paisaje

Brillan crestas de luz en el mar de la noche
y un desvelo de sombras de olas ondulantes;
brillan olas oscuras, altísimas, adversas
en la nada infinita que nos muestra su filo.

Bajo este mar antiguo laten dos corazones.
Nada existe, ni el aire, sino brillos y ritmos;
no existen los insectos, ni siquiera el perfume
sino brillos y ritmos; ojos que no se miran.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

José Lupiáñez: Pendiente del amor

Yo rodaba a tu suerte por la ladera abajo,
éramos un ovillo, una hoguera encendida;
dos cuerpos que rodaban desnudos hacia el valle,
carne fresca y elástica que el amor había herido.

Recuerdo que las risas no nos importunaban,
ni las zarzas que ansiaban dejar huella en tu muslo.
No importaba la luna, monedita de plata,
ni el cri cri de la noche con mil grillos despiertos.

Yo te amaba a mis anchas, porque así lo pedías,
eras dona en su juego, danzarina imprevista;
carne prieta y rotunda que abrasaba mis manos
o, de pronto, tigresa con sombras a la espalda.

'Ven aquí', te decía navegando en tu hondura.
'Ven aquí', cuando tu alma me mordía en la boca.
'Estos brazos tan bellos no podrán retenerme'
y más firme ceñías contra mí tus caderas...

En la noche de agosto, cuando Virgo es quien rige
dos cuerpos enlazados la floresta perfuma...
Arriba las ruinas son emblema emisario
de un amor que se sueña ser eterno en el tiempo.

Poemas y poetas españoles

José Lupiáñez: Perfil

La imposible belleza de ese perfil me tienta,
las luces de la noche dando brillo a sus ojos,
la hermosura y el vértigo, la espiral que me acerca
los labios deseosos y el amor y su niebla.

Ojos desconocidos que tanto me conocen;
labios que besarán los labios de la dicha:
distancia que no empuja, que conduele o desvive
al pecho que se altera junto a un pecho que vibra.

La noche nos embriaga de su antiguo perfume,
y un perfil, ese enigma, convida a su lisonja;
la caricia es de pronto quemazón, nube, lumbre
y es su piel esa noche lasciva y peligrosa.

Qué sueño, qué sonrisa, qué misterio, qué mano
roza mi frente ahora sin saber lo que piensa,
hoy que la noche es bosque de súbito y de sombra
y un perfil imposible de belleza me tienta.

Poemas y poetas españoles

José Lupiáñez: El retorno

Es la hora del regreso:
el camino que verde desafiaba a la tarde
habrás de desandar en esta hora nocturna.
Te alumbrarán las débiles luciérnagas
y las cumbres lejanas vigilarán tus pasos.
Las mismas ramas, aún cuajadas de trinos,
te saldrán al encuentro.

Ya encienden las aldeas
sus hogueras profanas.
Arden al fuego carnes con aroma
y cunde el vino rojo en las tabernas.

Tú vuelves de aquel bosque
con los haces de leña sobre el hombro
y ese gozque que mordisquea los talones.
Nada más traes contigo,
las manos con heridas recientes,
el corazón con las antiguas.

Poemas y poetas españoles

José Lupiáñez: Rostro

Cómo se trenza el amor en las tardes,
mientras todo sucede sin vértigo y el sueño
cumple asilo de formas y de imágenes.
Cómo se trenza y cómo no desvía su ser:
el sueño pende. Los labios se han dormido,
la flor cae de su rizo; sueña la frente y cunde.
Mas hacia adentro, pasa el amor,
pasa el amor sin nombres;
el amor, un sonido.

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José Lupiáñez: Saeta con aviso

Por los aires
sombríos
de la noche
de octubre
va mi dolor
volando
hacia ti,
sin consuelo.
Atraviesa
las nubes,
dice adiós
a los pájaros,
y es a tu corazón
a donde apunta
su queja
sagitaria.
Va hasta
tu corazón,
distante
y sordo...
Un corazón
que hoy late
lejos,
con sangre
de otros
fuegos.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Sierra Nevada: Poema de José Lupiáñez en español fácil de leer

José Lupiáñez: Sky line

Cantan dulces baladas con los labios pintados,
tienen los corazones rotos por el amor,
llevan gemas sombrías en sus dedos tan pálidos
y en sus frentes que un astro porque sí decoró.

En las noches siniestras beben su bebedizo
y pasean su amenaza con amargo desdén,
y ahora cantan sombríos lo fatal de su hechizo,
y ahora viven si mueren con eterno vaivén.

Van lanzando sus quejas con un triste derroche,
con las caras marcadas por la náusea sin par,
y te escupen, te besan, te acarician de noche,
y la fiesta es la noche que no puede parar.

Hoy se sienten perdidos y dolientes y altivos,
hoy parece que esconden de esa duda algo más,
van y vienen errantes y otrosí fugitivos,
hoy perdieron el rumbo de la dicha quizás.

Y es por eso que agitan su mayor desconsuelo,
por el largo desvelo que no causa rubor,
y por eso van torpes con las copas de hielo,
que vivir es acaso este escaso temblor.

Y sus frentes, miradlas, nada piensan ni sienten;
y sus labios, fijaos, qué maligno candor,
cantan pálidas gemas con palabras que mienten
que a la noche de olvido lanzarán sin temor.

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José Lupiáñez: There she goes

Mi amor va a la deriva como un barco sin rumbo;
su corazón heridas, sin par, lleva marcadas...
Mi amor se va alejando de sus horas gastadas
y alivio busca sola por los puertos del mundo.

Qué estela tan amarga va dejando en mi vida
su celeste congoja, que curar quise en vano;
no pude retenerla, se soltó de mi mano
y a su destino corre, sin que yo se lo impida.

«Matamos lo que amamos», le recordé algún hora;
«no hieras con tu daga mi pobre pecho inerme»,
pero siguió en su lance, queriendo o sin quererme,
hasta romperme el alma, por donde sufre agora.

Adiós, amor, le ha dicho mi corazón maltrecho;
adiós, aguardan tiempos de oscuro desconsuelo:
tú te marchas y, airosa, ya has levantado el vuelo,
yo me quedo escondiendo esta herida en mi pecho.

Poemas y poetas españoles

José Lupiáñez: Tumbas en la ciudad

Repica el agua en la verde maleza
que ahoga las tumbas de los antepasados:
estelas inclinadas y hundidas en la tierra
llevan grabadas frases que en su vida
los muertos idearon. Sentencias y deseos,
sueños tallados en la piedra.
Y ahora la lluvia toca sus pensamientos
y resuena también, verde y furiosa,
en la maleza que es su única amiga.
Dentro parpadean las lámparas de la mezquita
y se inclinan las sombras de los fieles.
Aquí fuera la lluvia, la lluvia que viene
de ese cielo tan gris, como el polvillo viejo
de los huesos; tan gris como el destino
de ceniza que a todos nos espera.

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