Temas Poetas

José Joaquín Pesado

Poemas de José Joaquín Pesado para leer.

José Joaquín Pesado: La cascada de Barrio Nuevo

Crecida, hinchada, turbia la corriente
troncos y penas con furor arrumba,
y bate los cimientos y trastumba
la falda, al monte de enriscada frente.

A mayores abismos impaciente
el raudal espumoso se derrumba;
la tierra gime: el eco que retumba
se extiende por los campos lentamente.

Apoyado en un pino el viejo río,
alzando entrambas sienes, coronadas
de ruda encina y de arrayán bravío;

entre el iris y nieblas levantadas,
ansioso de llegar al mar umbrío,
a las ondas increpa amotinadas.

Poemas y poetas mexicanos

José Joaquín Pesado: La fuente de Ojozarco

Sonora, limpia, transparente, ondosa,
naces de antiguo bosque, ¡oh sacra fuente!
En tus orillas canta dulcemente
el ave enamorada y querellosa.

Ora en el lirio azul, ora en la rosa
que ciñen el raudal de tu corriente,
se asientan y se mecen blandamente
la abeja y la galana mariposa.

Bien te conoce Amor por tus señales,
gloria de las pintadas praderías,
hechizo de pastoras y zagales.

Mas ¿qué son para mí tus alegrías?
¿Qué tus claros y tersos manantiales,
si sólo has de llevar lágrimas mías?

Poemas y poetas mexicanos

José Joaquín Pesado: El molino y llano de Escamela

Tibia en invierno, en el verano fría
brota y corre la fuente: en su camino
el puente pasa, toca la arquería,
y mueve con sus ondas el molino:

espumosa desciende, y se desvía
después, en curso claro y cristalino
copiando a trechos la enramada umbría
y el cedro añoso y el gallardo pino.

Mírase aquí selvosa la montaña:
allí el ganado ledo, que sestea,
parte en la cuesta y parte en la campaña.

Y en la tarde, al morir la luz febea,
convida a descansar en la cabaña
la campana sonora de la aldea.

Poemas y poetas mexicanos

José Joaquín Pesado: Una tempestad, de noche, en Orizaba

El carro del Señor, arrebatado
de noche, en tempestad que ruge y crece,
los cielos de los cielos estremece,
entre los torbellinos y el nublado.

De súbito, el relámpago inflamado
rompe la oscuridad y resplandece;
y bañado de luces aparece
sobre los montes el volcán nevado.

Arde el bosque, de viva llama herido;
y semeja de fuego la corriente
del río, por los campos extendido.

Al terrible fragor del rayo ardiente,
lanza del pecho triste y abatido,
clamor de angustia la aterrada gente.

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