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José García Nieto

José García Nieto

Poemas de José García Nieto para leer.

José García Nieto: Ir y venir de todas las memorias

Ir y venir de todas las memorias
que el alma, olvidadiza, desenreda;
verse hombre solo, antiguo y solo, errante;
ver que todos los tiempos están cerca.

De un golpe, como hermosos corazones,
yacen los capiteles en la hierba
y encuentran hecha luz como un milagro
la flor silvestre de la primavera.

Se hace el acanto vegetal y tierno;
el hombre lo acaricia y algo tiembla
debajo de su mano; le parece
que un cuerpo estremecido se despierta.

¿Puede latir la sangre por los pulsos
ante la soledad de esta belleza
cuando todo se para en un intento
de detener la dicha verdadera?

Llueve un poco, tímidamente llueve;
brilla el mármol, el árbol de la piedra;
por un instante sólo, esta columna
alcanza con sus hojas las estrellas,

Que están, que van a estar, que acaso miran,
que mirarán desde su noche eterna
el desamparo de los que caminan
sin amor por la sombra de la tierra.

Poemas y poetas españoles

José García Nieto: Joven para la muerte

Arrojado a tu luz madrugadora,
me muero niño y soy todo un deseo
de varón en continuo jubileo
hacia tu corazón de ruiseñora.

De trino escalador junto a la aurora
eres, y voy a ti, y hay un torneo
donde la algarabía del gorjeo
triunfa de mí y en mí se condecora.

Arrancados de un sueño o de una fuente,
por tu espada los límites del nardo
me mintieron temprana primavera.

Y estoy ahora por ti tempranamente,
como nadie, de amor herido, y tardo
en morirme de amor como cualquiera.

Poemas y poetas españoles

José García Nieto: Lastres

Canta el mar a mis pies, canta y resuena,
y dice su mensaje apresurado
hasta escalar la soledad del prado
donde otra playa de verdor se estrena.

Se ve en la hondura el oro de la arena,
la sangre de la ola, en el tejado,
ya allá, el azul del cielo, traspasado
por la niebla que al monte se encadena.

Amor del que nací, vuelve y empieza
de nuevo donde surge la belleza
y hace jugoso todo cuanto toca.

Corazón enredado, sal si puedes,
o besa entre los hilos de estas redes
la misma sal de aquella antigua boca.

Poemas y poetas españoles

José García Nieto: Madrigal

Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
de la carne de las palabras
y con la forma de los sueños,

y porque sólo una mirada,
sólo un temblor entre mis dedos
eres, y por mis labios pasas
dándole alivio a mi destierro,

en la alta noche me amenazan
tus vecindades tan sin peso;
la soledad cerca mi alma;
hombre de barro soy y temo.

Llega la estrella a mi ventana.
Como te hice te recuerdo.
Duermes. Yo soy el que te canta,
hacia la muerte, con el viento.

Poemas y poetas españoles

José García Nieto: Mis ojos van por estos árboles

Mis ojos van por estos árboles,
pájaros tristes del otoño,

desalentados, con memoria
de los verdores más remotos.

Dudan, avanzan, se confunden
entre los círculos de oro;

llegan ahora hasta las últimas
galerías del cielo absorto

para caer precipitados
en el camino frío y hondo;

llevan las alas malheridas
por un antiguo, oscuro plomo.

¿Dónde estarán aquellas sedas
de ayer, aquel aire sonoro?

¿La vecindad de aquellos nidos,
su humilde y delicado trono?

Sé que vendrán miradas, aves,
cuando yo sea sombra sólo

y buscarán entre las ramas
la antigua herida de mis ojos.

¿Hacia qué amor irá la noche?
¿qué luz tendrá la tarde? ¿cómo

caerán entonces en mis techos
las hojas muertas del otoño?

Poemas y poetas españoles

Esta muchacha y su hermosura antigua: Poema de José García Nieto en español fácil de leer

José García Nieto: Mujer, quiero ya huir, quiero sentirte

Mujer, quiero ya huir, quiero sentirte
tan distinta, distante, adivinada,
que el tacto sea ajeno a la llegada
y aun el sueño incapaz para fingirte.

Tan lejos que no pueda orarte, herirte
-blanco de mi plegaria y mi lanzada-;
que seamos, tú, carne en ala alzada,
y yo, babel de amor por conseguirte.

¿No ves que a este velarte y revelarte
se sublevan mis brazos maniatados
en el deleite o cruz de tu presencia?

Sombra me alcanza ya de no alcanzarte.
y tengo verso y sangre preparados
para vivir la muerte de tu ausencia.

Poemas y poetas españoles

José García Nieto: Oferta

Voy hacia ti, luz y fe por ti logradas,
con el valor del labio y de la frente;
todo mi ardor, ya sed en tu corriente,
destino entre tus manos sosegadas.

Traigo una nueva vida a tus miradas
en triunfo conseguida; tibiamente
iré dando a tu anhelo transparente
este retorno cálido de espadas.

Labraré el alto cauce. Por tu río
toda mi voluntad será la rama
que doble al paso fiel de tu navío,

y en el rizado encaje de la estela,
iré buscando el ángel que me llama
desde tus limpios ojos de gacela.

Poemas y poetas españoles

José García Nieto: Se oye levísima la voz

Se oye levísima la voz
del viento. Suena entre los árboles
quizá como nunca sonó.
La noche nace como un río
de las manos mismas de Dios.

Yo miro desde mi ventana.
Yo no rezo ni lloro. Yo
no pregunto ni espero. Miro.
Te sé mirándome, Señor.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.

¿Qué mandato el de tu palabra?
qué música la de tu voz?
No hay nadie. No, Señor; no hay nadie.
Solo con mi silencio estoy.
Solo contigo. Me das miedo.
¿Y a Ti no te doy miedo yo?

La noche es una espada fría
que amenaza con su fulgor.
Luchamos denodadamente
para ganarnos. ¡Cuánto amor
nos dejamos en la batalla!
Los caballos de mi pasión
piafan inquietos en la sangre,
pero tu ejército es peor.

Poemas y poetas españoles

Paisaje inicial: Poema de José García Nieto en español fácil de leer

José García Nieto: LA PARTIDA

Contigo, mano a mano. Y no retiro
la postura, Señor. Jugamos fuerte.
Empeñada partida en que la muerte
será baza final. Apuesto. Miro

tus cartas y me ganas siempre. Tiro
las mías. Das de nuevo. Quiero hacerte
trampas. Ya no es posible. Clara suerte
tienes, contrario en el que tanto admiro.

Pierdo mucho, Señor. Y apenas queda
tiempo para el desquite. Haz Tú que pueda
igualar todavía. Si mi parte

no basta ya por pobre y mal jugada,
si de tanto caudal no queda nada,
ámame más, Señor, para ganarte.

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José García Nieto: Piedra y cielo de Roma

Ese dedo de Dios, eternamente
acercándose al hombre -y no lo toca-,
ese soplo encendido de su boca
que da sentido a un torso y a una frente,

ese ser poderoso y derribado
que recibe la llama de la vida
en la carne, de amor estremecida,
en el barro, de amor humanizado,

no son tuyos; no has sido tú el maestro,
ni el creador, ni el oficiante diestro;
no era tuya la mano que pintaba.

Eras el obediente y conducido.
Dentro de un paraíso, aún no perdido,
también a ti el Señor te señalaba.

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