Poemas de José Albi para leer.
Llevo en los huesos tanto amor metido
que sólo en carne viva y a bandazos,
voy capeando el mar de estos dos brazos
entre los que me encuentro sometido.
No, no basta gritar, tomar partido,
morir hasta caerse uno a pedazos;
hay que hundir a caricias y a zarpazos
tu corazón, tu corazón vencido.
Quiero daros la vida que me sobra,
y este amor que me arranca de los huesos.
Vuestro mi corazón, vuestra mi obra
de compartir lo vuestro y nuestro y mío,
consumidos en cólera y en besos.
Sólo a mi amor vuestro dolor confío.
Estrella de alta mar, márcame el rumbo.
Puerta del corazón, dame cobijo.
Enamorada miel, tenme en tus labios.
Arrebatada luz, ponme en tus ojos.
Paloma en libertad, cédeme el vuelo.
Palmera, cielo al fin, hazme a tu imagen.
Ámbito de mi fe, cólmame el gozo.
Mujer y nada más, sé toda mía.
Tú, mi dolor, mi sed, mi sobresalto,
mi júbilo y mi luz a manos llenas.
Revelación total, regocijémonos
Llave de mi ansiedad, dame la vida.
Hoguera de cristal, torre encendida, ensimismada
alondra de la tarde,
gloriosa claridad, lirio iniciado, milagro de la
paz y de la espiga.
Dame la paz, la paz, tú siempre amada.
Para siempre la paz y la esperanza.
¿Me oyes, amor? Hay un fragor de trenes,
o quizá de batanes o de espigas
que te aleja de mí. No, no me digas
que te irás para siempre. Los andenes
se despoblaron. Yo, regreso. Penes
por donde penes, corazón, no sigas,
no te sigas marchando. Más fatigas
y más amor perdido si no vienes.
Ay, dolor, que yo sé lo que me pasa.
Que mi casa sin ti ya no es mi casa,
y el aire ni respira ni madura.
Que estás dentro de mí, pero no basta
aunque te lleve hasta los huesos, hasta
la misma pena que hasta ti me dura.