Poemas de Jorge Rojas para leer.
Siempre la soledad está presente
donde estuvo la voz y fue la rosa,
en todo lo de ayer su pie se posa
y le ciñe su sombra dulcemente.
El recuerdo que está bajo la frente
tuvo presencia. Fuente rumorosa
fue su paso en la tierra, cada cosa
lleva su soledad tras su corriente.
Es soledad la miel que dora el seno
y soledad la boca que conoce
su entregado sabor de fruto pleno.
Cada instante que pasa, cada roce
del bien apetecido, queda lleno
de soledad, al tránsito del goce.
El humo de mi pipa ya no es humo
sino la fuga azul de mi cerebro
hacia la orilla última del mundo
y hacia el último mundo en que te pierdo.
Acabando en el mundo del recuerdo,
sin olanes de límite en los brazos,
no nos definen términos los cuerpos,
y tan solo mi pie mueve tu paso.
Ya no hay brisa que pase entre el abrazo
ni mi sangre suspira por tus venas.
No hay beso que separe nuestros labios,
ni punteros de instante mientras juegas.
No hay sombra para dos cuando a mí llegas
en el desvelo de la madrugada,
porque el límite interno de mi esencia
es el límite externo de tu alma.
Fuiste la desazón, y eres la calma.
Eras el horizonte, y en el filo
de mi partida anulas mi llegada.
De tanto que eras mía te he perdido.
El humo de mi pipa ya se ha ido
confundiendo a la niebla del pasado;
desnuda estabas, de humo te he vestido
y el humo que te viste te ha llevado.
Aquí quedó la forma de tu huida.
Como la flor tronchada, en el vacío
queda erguida en perfume, el canto mío
te levanta en el aire, florecida.
El tallo de mi voz tiene tu vida
en su rama invisible, como un río
levísimo de llanto o de rocío
la más lejana estrella sostenida.
Como el mar que se fue queda evidente
en el empuje manso de la ola
dibujada en la arena, dulcemente
te me vas y te quedas -forma sola
de tu no ser- presente en mi presente
como erguida en perfume la corola.
Vivir como una isla,
lleno por todas partes
de ti, que me rodeas
ya presente o distante
con un temblor de luz
primera, sin pulir,
sin arista de tarde,
ni sombra de jardín.
Y ángeles en espejos
guardando tu mirada
para hacerse verdades
y noches estrelladas.