Poemas de Jorge Enrique Adoum para leer.
Sobre el poeta Jorge Enrique Adoum [occultar]
Uno de los momentos más destacados de su vida fue cuando rechazó el Premio Nacional de Literatura de Ecuador en 1960 por considerar que el gobierno de turno no representaba los intereses del pueblo. Este acto reflejó su firme postura ética y su compromiso con las luchas sociales.
Adoum enfrentó críticas por su estilo literario, que algunos consideraban demasiado político o denso. Sus detractores argumentaban que su obra priorizaba el mensaje ideológico sobre la estética. Sin embargo, sus defensores destacaban la riqueza de su lenguaje y su capacidad para fusionar lo poético con lo político.
Además de escribir, Adoum era un ávido lector y disfrutaba de la música clásica. Le apasionaba la historia latinoamericana y dedicó parte de su vida a investigar y reflexionar sobre las desigualdades sociales en la región. También fue un viajero incansable, lo que enriqueció su perspectiva cultural.
Su escritura se caracterizó por un lenguaje preciso y cargado de simbolismo, combinando elementos vanguardistas con raíces latinoamericanas. Abordó temas como la opresión, la identidad y la resistencia, siempre con un tono crítico y reflexivo. Su obra osciló entre la poesía y la prosa, explorando formatos experimentales.
Entre sus obras más conocidas destacan:
Adoum dejó un legado literario que sigue siendo relevante por su profundidad y su compromiso con la justicia. Su obra es un testimonio de la potencia de la palabra como herramienta de transformación social.
de qué carajo sirvió todo el amor sobre todo
si después de todo llegaron las explicaciones
esa excrecencia que le nace al destino
cuando ya se han gastado por el uso los cuerpos
entonces me voy yendo
pero nos quedamos quedándonos
animalmente atados entre nosotros dos
y vivieron felices muchos años
Poemas cortosPoemas y poetas ecuatorianos
No es fácil injertarse en ti, ísima mía.
Me doy cuenta de que fue risa y no tos
lo que te dije, y debo despensar las cosas
que puse en tu silencio, y salir de tus bocas de
y dejarte, mitad sola, gastada por mis vellos.
Es el día consuetudinario, conozco su censura.
Se diría que el agua usada del llanto desbordara
de anteojos, baúles, bodegas, por mi culpa,
que todas las guerras que pacen amarradas
se fueran galopando a comer, solo porque
me olvidé de sufrir anoche, y fuera el centinela,
o me hubiera ido a volver, descuidando la tierra.
No es fácil ser feliz: primero, no nos dejan
y, quién sabe, será también la falta de costumbre
o tal vez haya que aprender, pero cómo, desterrado.
Metí amor en esa habitación de cejijunto,
en esta sólida soledad que debo hacer a un lado
pues no cabemos ya los dos al mismo tiempo,
mas parece que hubiera que aguantar toda la vida,
hacer cola en el mundo, esperar que los demás
pasen primero a casarse o comer o a sus negocios,
para empezar a vivir sin sentirse culpable,
conmutándome a tu lado la pena de durar.
* «It was de lark, the herald of the morn, no nightingale»
de la escena quinta del acto tercero de Romeo y Julieta,
de Shakespeare.
«I' am not a professional, I work
in an office of the American Army.»
Sus pies dentro del charco de su enagua.
«I'am always short of money
but I do this very seldom.»
Mi sombra era demasiado grande en su cama,
balsa seca de soltera en el suelo.
Me preguntó si mi país quedaba en África
mientras yo les preguntaba a mis manos por su cuerpo
desganado y anguloso al revés y al derecho.
«Don't tell anybody what happened tonight,
keep it secret it's shameful.»
Pero lo cuento porque se pareció a la ternura:
animalito equivocado de honra entre semana,
asustado el sábado por la noche cuando era más honesto.
Y tampoco puedo callar lo verdaderamente
vergonzoso. Aunque fue en otro idioma
y hace tiempo.
Prólogo: Fundación de la ciudad
Y ahora en dónde sobre qué vínculo en qué
botín he de apoyar el alma
en qué piedra por favor en qué
ayer. Nadie me dijo que comenzarían
hoy los siglos de la noche. Lunes
de una ciudad sobre la desolación.
Aquí hubo una población ya desplumada
su cacique en pedazos. ¿Y el plano
de las destrucciones? ¿Y los solares
que trazó el destrozo?
Me voy a inventar una ciudad. Es preciso
fundar un nombre, apenas vísperas
de una capital, como una predicción.
(Yo podría llamarla Imaginada, Abandonada,
Nada.) Solamente un sonido que nadie oye
útil para establecer la propiedad
sobre la duración de los resucitados.
Ah no nacida. Nombrada solo. Solo
viento sin ladrido que ahuyentara
el exceso de muerte. Heme aquí
clavando el estandarte de un ruido solitario
jugando con campanarios dibujando
calles inmemoriales enviando especialistas
en provocar el eco para no sentirme
solamente solo sino muchísimo más solo.
Completando la envoltura oral de una ciudad
que fue y que después ha de habitar
el hijo de quién de quién
sepultado vivo en su armadura
que será estatua viva
de una estatua colérica y velluda.
Volcada. Porque no tuvo tiempo todavía
para las acomodaciones nuevas del amor.
¿Es posible que esto sea toda
la historia, solo un día? ¿Una noticia
de ayer, perdida en la penúltima
página, la cotización caída ?
Te cobran por la fuerza, los arriendos
vencidos de la tierra, te cobran por las cosas
que tu lámpara hizo agonizar a puro nimbo
y por el corazón y sus jóvenes bestias
que pacen suspirando:
la pólvora, tu amante,
se sacude las manos: «asunto concluido».
Ya eres el que ibas a ser, el mismo polvo
del que algo te aliviaba tu cepillo de ropa.
Cumpliré tus encargos, sigo siendo
el que eras. Ave de paso. Animal profético.
Salud, ángel de paso, irremediablemente intacto.
Aves corola que deshoja sin preguntar el viento
» -... vinieron en la noche, derribaron la puerta...»
por sus propios colores perseguidas
» -... hirieron al hermano y quemaron los libros...»
con las alas mojadas en estanques de altura
«-... bajaron a registrar hasta abajo del suelo...»
flechas del paraíso clavadas a su aliento
«-... rompieron los retratos, desgarraron mis ropas...»
las lineales celosas ahogadas del aire
«-... entre caballos se llevaron al marido...»
otoños en exilio forasteras del tiempo
«-... le colgaron de los dedos quebrándole las manos...»
guareciendo su pluma en bodas de algodones
«-... le han dejado con los pies en agua helada...»
amor que se adormece en la ola del vuelo
«-... ha muerto y lo enterraron no sé en dónde...»
con burbujas de nube entre los remos
«-... hoy se llevaron ya hasta a los niños.»
Yo quería añadir: Su orden de aluminio...
Pero no puedo, pero no me dejan
y no quiero y me callo.
Tal vez matarlos es ahora el poema más puro.
los jóvenes han invadido la tierra por parejas
un pescado abrazado a otro pescado
y en todos los rincones del desierto
el doble animal el montón único
ciegos que se reconocen oliéndose la oreja
o sordos que se oyen con la lengua
en esta fría devoración quién de los dos es ella
quién pondrá entre los dos una guitarra
quién envidioso los separará con una espada
o les dará colérico noticias de la guerra
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