Temas Poetas

Jorge Carrera Andrade

Jorge Carrera Andrade

Ecuador: 1903-1978

Poemas de Jorge Carrera Andrade para leer.

Jorge Carrera Andrade: Edición de la tarde

La tarde lanza su primera edición de golondrinas
anunciando la nueva política del tiempo,
la escasez de las espigas de la luz,
los navíos que salen a flote en el astillero del cielo,
el almacén de sombras del poniente,
los motines y desórdenes del viento,
el cambio de domicilio de los pájaros,
la hora de apertura de los luceros.
La súbita defunción de las cosas
en la marea de la noche ahogadas,
los débiles gritos de auxilio de los astros
desde su prisión de infinito y de distancia,
la marcha incesante de los ejércitos del sueño
contra la insurrección de los fantasmas
y, al filo de las bayonetas de la luz, el orden nuevo
implantado en el mundo por el alba.

Poemas y poetas ecuatorianos

Jorge Carrera Andrade: Golondrinas

Que me busquen mañana.
Hoy tengo cita con las golondrinas.
En las plumas mojadas por la primera lluvia
llega el mensaje fresco de los nidos celestes.
La luz anda buscando un escondite.
Las ventanas voltean páginas fulgurantes
que se apagan de pronto en vagas profecías.
Mi conciencia fue ayer un país fértil.
Hoyes campo de rocas.
Me resigno al silencio
pero comprendo el grito de los pájaros
el grito gris de angustia
ante la luz ahogada por la primera lluvia.

Poemas y poetas ecuatorianos

Jorge Carrera Andrade: El hombre del Ecuador bajo la Torre Eiffel

Te vuelves vegetal a la orilla del tiempo.
Con tu copa de cielo redondo
y abierta por los túneles del tráfico,
eres la ceiba máxima del Globo.

Suben los ojos pintores
por tu escalera de tijera hasta el azul.

Alargas sobre una tropa de tejados
tu cuello de llama del Perú.
Arropada en los pliegues de los vientos,
con tu peineta de constelaciones
te asomas al circo
de los horizontes.

Mástil de una aventura sobre el tiempo.
Orgullo de quinientos treinta codos.
Pértiga de la tienda que han alzado los hombres
en una esquina de la historia.
Con sus luces gaseosas,
copia la vía láctea tu dibujo en la noche.

Primera letra de un abecedario cósmico,
apuntada en la dirección del cielo;
esperanza para da en zancos;
glorificación del esqueleto.

Hierro para marcar el rebaño de nubes
o mundo centinela de la edad industrial.
La marea del cielo
mina en silencio tu pilar.

Poemas y poetas ecuatorianos

Jorge Carrera Andrade: Inventario de mis únicos bienes

La nube donde palpita el vegetal futuro,
los pliegos en blanco que esparce el palomar,
el sol que cubre mi piel con sus hormigas de oro,
la oleografía de una calabaza pintada por los negros.
las fieras de los bosques del viento inexplorados,
las ostras con su lengua pegada al paladar,
el avión que deja caer sus hongos en el cielo,
los insectos como pequeñas guitarras volantes,
la mujer vista de pronto como un paisaje iluminado por un relámpago,
la vida privada de la langosta verde,
la rana, el tambor y el cántaro del estómago,
el pueblecito maniatado con los cordeles flojos de la lluvia,
la patrulla perdida de los pájaros
-esos grumetes blancos que reman en el cielo-,
la polilla costurera que se fabrica un traje,
la ventana -mi propiedad mayor-,
los arbustos que se esponjan como gallinas,
el gozo prismático del aire,
el frío que entra a las habitaciones con su gabán mojado,
la ola de mar que se hincha y enrosca como el capricho de un vidriero,
y ese maíz innumerable de los astros
que los gallos del alba picotean
hasta el último grano.

Poemas y poetas ecuatorianos

Jorge Carrera Andrade: Lugar de origen

Yo vengo que la tierra donde la chirimoya,
talega de brocado, con su envoltura impide
que gotee el dulzor de su nieve redonda,

y donde el aguacate de verde piel pulida
en su clausura oval, en secreto elabora
su sustancia de flores, de venas y de climas.

Tierra que nutre pájaros aprendices de idiomas,
plantas que dan, cocidas, la muerte o el amor
o la magia del sueño, o la fuerza dichosa,

animalitos tiernos de alimento y pereza,
insectillos de carne vegetal y de música
o de luz mineral o pétalos que vuelan.

Capulí - a cereza del indio interandino - ,
codorniz, armadillo cazador, dura penca
al fuego condenada o a ser red o vestido,

eucalipto de ramas como sartas de peces
- soldado de salud con su armadura de hojas,
que despliega en el aire su batallar celeste -

son los mansos aliados del hombre de la tierra
de donde vengo, libre, con mi lección de vientos
y mi carga de pájaros de universales lenguas.

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Mademoiselle Satán: Poema de Jorge Carrera Andrade en español fácil de leer

Jorge Carrera Andrade: Microgramas

Colibrí:

El colibrí,
aguja tornasol,

pespuntes de luz rosada
dá en el tallo temblón

con la hebra de azúcar
que saca de la flor.

Tortuga:

La tortuga en su estuche amarillo
es el reloj de la tierra
parado desde hace siglos.

Abollado ya se guarda
con piedrecillas del tiempo
en la funda azul del agua.

Nuez:
Sabiduría comprimida
diminuta tortuga vegetal,
cerebro de duende
paralizado por la eternidad.

Moscardón:
Uva con alas.
Con tu mosto de silencio
el corazón se emborracha.

Golondrina:
Ancla de plumas
por los mares del cielo
la tierra busca.

Lagartija:
Amuleto de plata
o diablillo con bocio,
criatura del alba.

Memoria de las ruinas,
fugaz mina animada,
calofrío del campo,
lagartija misántropa.

Guacamayo:
El trópico le remienda
con candelas y otros su manto
hecho de todas las banderas.

Nuez:
Nuez: sabiduría comprimida,
diminuta tortuga vegetal,
cerebro de duende
paralizado por la eternidad.

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Jorge Carrera Andrade: Mundo 1980

Millares de personas
iguales
sentadas en sillas
iguales
en cafés y bares
iguales.

Millares de vitrinas
iguales
sobre calles y plazas
iguales
en ciudades y pueblos
iguales.

Sólo la nube finge
una isla
Poblada de figuras
distintas.

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Nada nos pertenece: Poema de Jorge Carrera Andrade en español fácil de leer

Jorge Carrera Andrade: Nueva oración por el ebanista

Tú, que ibas con tu padre carpintero
a la altura, Señor, a cortar abedules
y hacías con tus ojos
parpadear los mil ojos diminutos del hacha
y con tus tiernas manos llorar a las cortezas,
ten piedad por este hombre que hizo plana su vida
como una mesa humilde de madera olorosa.

No conoció del mundo
más que su casa, pobre barco en tierra,
y dio a su corazón la actitud de una silla
en espera de todos los cansancios.

Guía, Señor, sus pies por los bosques del cielo
y hazle encontrar sus muebles de madera
más adictos que perros que no enseñan los dientes
y olfatean los seres de la noche...
En tu celeste fábrica dale para sus manos
la garlopa del tiempo
y virtudes de nubes con aserrín de estrellas.

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Jorge Carrera Andrade: El objeto y su sombra

Arquitectura fiel del mundo,
realidad, más cabal que el sueño.
La abstracción muere en un segundo:
sólo basta un fruncir del ceño.

Las cosas. O sea la vida.
Todo el universo es presencia.
La sombra al objeto adherida
¿acaso transforma su esencia?

Limpiad el mundo -ésta es la clave-
de fantasmas del pensamiento.
Que el ojo apareje su nave
para un nuevo descubrimiento.

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Jorge Carrera Andrade: El país del exilio no tiene árboles

El país del exilio no tiene árboles.
Es una inmensa soledad de arena.
Sólo extensión vacía donde crece
la zarza ardiente de los sacrificios.
El país del exilio no tiene agua.
Es una sed sin límites,
sin esperanza de cercanas fuentes
o de un sorbo en el cuenco de una piedra.
El país del exilio no tiene aves
que encanten con su música al viajero.
Es desierto poblado por los buitres
que esperan el convite de la muerte.
Alza el viento sus torres deleznables.
Sus fantasmas de arena me persiguen
a través de la patria de la víbora
y de la zarza convertida en fuego.

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Amado NervoFederico García LorcaGabriela MistralGustavo Adolfo BécquerJorge Luis BorgesLuis de GóngoraMario BenedettiOctavio PazPablo NerudaRosalía de CastroSan Juan de la CruzSor Juana Inés de la Cruz