Poemas de Jairo Guzmán para leer.
nos movemos en el aire del soliloquio
en la jaula de bejucos con fiera a bordo
y tití grita que grita
para que no le hagan mala cara y lo dejen irse
hasta la copa del árbol a gritarle obscenidades
a las cotorras en legión y guacamayas
haciendo una fiesta de colores
para que los ojos no se olviden del cielo
y del arte del vuelo
en las grandes esferas de transparencia y viento de oro
con briznas que son golondrinas que son cartas de amor
que son canciones de un niño
extraviado en la inmensidad de un relámpago
mientras los venados
contemplan a la perdiz alejarse
hacia la fronda de muchísimos arbustos
caminos abiertos por animales que andan en manada
como el sahino
piénsese en el olvidado ponche
en la soledad del armadillo tan evasivo del sol
parece que nos espiara desde su túnel en la montaña
por donde se mueven los hijos del tigre
y sus hermanitas menores
ya listas para saltar
sobre un animalito correlón pero no tanto como ellas
tan precisas en sus dentelladas
no nos queda mas remedio que sentarnos sobre una piedra
a esperar al perico ligero o perezoso
para saber todo acerca de la paciencia
y la abolición del tiempo
que es algo parecido a la eternidad contemplada
por la iguana inmóvil de éxtasis místico
viendo el origen de las tormentas y la explosión de la luz
La mantis religiosa cabalga un muerto.
Ese es su rito a las estrellas esta noche.
Nos cobija un cielo de remota luz
Un antiguo oficiante yace muerto.
Cuántas historias atraviesan sus ojos
Cuántos conjuros rebotan en los ángulos
de un palacio sideral
La pulsación de las estrellas
le trae noticias de canciones
holocaustos en ofrenda al viaje de la luz
La mantis religiosa parece poseída
por las palabras que el muerto no dijo
El resplandor lunar hace la densidad
¿Quién quedó detrás de las ventanas
observando el recinto donde todo calla?
Las columnatas que sostienen el templo
semejan puños de gigantes penetrando el cielo
Hay una hipnosis difuminada
Hay imanes en los ojos de la mantis
por donde la luz huye y grita
seguimos rutas de súbitos recodos. canciones nos recuerdan ceremonias ya
olvidadas. donde la montaña es casi azul, el río semeja el lomo de un
relámpago.
la mantis religiosa yace muerta y las flores de manzanilla son una
constelación en la soledad del arado.
raíces filiformes son cabezas de mandrágora; cabecitas de hombres
decapitados, con los signos del terror en sus rictus mortis.
una horda de animales monstruosos nos puede visitar en los instantes más
difíciles. allí se descubre que el aquerón es una interzona de realidad
por la que es inevitable pasar, para que el ojo se rebase a sí mismo;
para comprender los grandes esfuerzos del sol, su cópula con la tierra
como un abuelo incestuoso, al que le arrojan carretas de trigo
y caderas en sazón.
Este carnaval
ganó la batalla
esparció espigas
del oro del trigo intangible
que reluce entre lo que no se ve
¿Qué no se ve?
El fotógrafo
Digamos que no se ve
el sonido del verde
excepto si percibes su olor
El óleo verde huele a trementina
y el verde ¿a qué huele?
Si vamos por las rutas del verde
volvemos al carnaval
Eso es posible por la incesante necesidad
que el verde tiene del rojo
En este carnaval
el sacrificio consiste en derramar
la leche del misterio
en los pechos de los niños asesinados
A este carnaval
sólo asisten las huestes
de los Libertinos del Rayo
danzantes al ritmo
de la palabra no dicha
sólo aprehensible
por el eros de los objetos
Y la música todo lo conecta
a partir de abismos de silencio
que todo lo pueblan
para que el ruido dance
y sea la música
de lo que se desvanece por fricción
pero que resucita en roce universal
En este carnaval la música es médula
y el alcohol una doncellita de oro
a quien no la salpica la sangre
de los masacrados
sino el polvo solar del delirio
Para este carnaval
sus nociones son dadas
viviendo en las moradas del relámpago
donde canta la espiga del oro imposible
Serás guerrero cuando veas fluir el oro
de las lágrimas
la noche destila su licor en alambiques de música
las piedras del corazón se metamorfosean en aves de remoto canto
voces en laberintos sonoros circundan los deseos
janis joplin le ordena a los volcanes que rompan el cerco
sus nervios hacen la red donde caen todos los tramposos
en el mapa de huesos de indios
con lo que quede de américa latina quieren hacer unas decenas de mortadelas
como lo último que quede en los supermercados del infierno
los nervios se sublevan para dar paso al delirio de una guitarra eléctrica
ejecutándose entre despojos
de hombres masacrados en los campos de arroz
por sicarios de west point
una música acabará con todo este delirio de los monos de hombres
estampados sus huesos en la radiografía de un ave carroñera
un gran ruido los despertará a todos cuando menos lo esperen
en el magisterio de sus ocupaciones cotidianas
y ya no podrán tomar la leche ordeñada a la cabra tetas de oro
un hilo de música nos extravía en grutas. animales de sangre caliente
resoplan en nuestros oídos.
nos movemos a tientas, casi asfixiados de pánico; casi paralizados por la
inseguridad del próximo paso, por el presentimiento de un abismo y
estalactitas de filoso alabastro atravesando el cuerpo.
chillidos de pájaros ciegos chocan en las abruptas superficies.
el estrépito del río subterráneo hace imaginar la furia de una fiera a la
que le han arrancado los ojos.
queremos la luminaria, la gozosa manifestación de una estrella, el tapiz de
soles en la negrura sideral, en la bóveda celeste de la caverna, paladar de
la boca de un gigantesco animal que nos devora.
olvidamos como dar el próximo paso, por la acción de un vacío que nos deja
mudos
I
De plomo
el cielo es el pecho de una momia
molida a manotazos
De plomo
el cielo colmado de puños que apagan el sol
en ojos de niños
II
Niño que destrozas la flor
con gestos que te abominan
en el vértigo de la luz
tu pasión se desvanece
Niño de manos cortadas
desde la azotea
donde ancianas y un muerto
juegan a los dados
los brazos de tu muñeco
son arrojados
Niño que oteas
nidos de golondrinas
esplendentes
tus ojos
vuelan
III
Niño
tú yaces junto a la laguna
tu torso en la penumbra
tus pies son mojarras amarillas
tú te quedas absorto
como aquel que escucha por última vez
el aullído de un perro
la tarde
vertiginosa
te invade
Llegan las mujeres
a servir copas de lágrimas
para que mi bestia de luz
libe
para que el humor
haga estallar de risa
el océano negro de sus angustias
Sufren por los hombres
-sus hijos
es decir
sus novios
que rompen cítaras
en su amor-
y flotan con la mujer
que de mi sustraen
buscando la muñeca de su infancia
Carcajean cuando les digo
que no soy una muñeca
sino un burrito en el pesebre
de la niña velazqueña
También les digo que serán mis hijas
cuando masacren una rana y un cuervo
con placer inaudito
Si eso hicieran se convertirían
en niñas azules
Veo el oro fluir de sus lágrimas
Veo un prisma violeta
entre brumas azul de Prusia
Veo un punto blanco
donde el oscuro se diluye
Veo caballos en establos de éter
Son rayos
La muerte es un espectro
que no tiene ojos
ni oídos
Es una cosa sin rostro
experta en relaciones
públicas
No se baña
pero canta en las lagunas
y usa tu nombre
Se sabe de memoria
todos los números
de teléfono
y le ordena a las momias
que nos den un besito
La muerte
antes de existir
no sabía que iría al cine
y a ti se parece
cuando te miras
en un espejo de sangre
cuando te quedas
sin brazos
y se te cae la cara
La muerte
es una autosugestión
crónica
es un problema psicológico
La muerte
es una alucinación colectiva
que se convirtió
en un suceso tan real
como un mordisco
La muerte
debería cambiar de oficio
debería volver
a su burdel de sombras
y que por favor
no me moleste
Con muslos de damas toledanas
están abullonadas mis almohadas
Mi sombrero de oro
lo luce el Arcángel del Dragón
Mientras llueve anís
la música y sus tribus
avanzan a ínsulas de ónice
Parecemos cortejos del Véspero
un robledal que flota
en la exhalación de las
caléndulas
Cielos hacen una espiral
sólo perceptible
desde un útero
parecido al vacío
siempre girando
en el dédalo de su preñez
La difuminación
de las Auroras
es el teatro de las muchachas
saltarinas en las esteras del Relámpago
Todo se verá dorado
cuando la membrana negra ocupe su trono de luz