Poemas de Jaime Siles para leer.
Una antorcha es el mar y, derramada
por tu boca, una voz de sustantivos,
de finales, fugaces, fugitivos
fuegos fundidos en tu piel fundada.
Una nieve navega resbalada
en resplandor de ojos reflexivos,
de sonoros silencios sucesivos
y de sol en la sal por ti mojada.
La turbamulta del color procura
dejar sobre tu tez la tatuada
totalidad miniada de la espuma.
Tu cuerpo suena a mar. Y tu figura,
en la arena del aire reflejada,
a sol, a sal, a ser, a son, a suma.
La falda resbalaba
por el fucsia frambuesa
de sus medias. La lava,
por su tez de tigresa.
Nevaba, sí, nevaba
una canción francesa.
Por su boca marchaba
la armada japonesa.
Era París en mayo
Boticelli: la diosa
que surgía del tallo.
Cimabué. Cimarosa.
Libertad: aquel rayo
de pestaña furiosa.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Indivisible voz
de indivisibles gotas
el fuego llega a ti
en voz de agua.
Mármoles, musgos, líquenes
que fueron
tu memoria de entonces
en el agua.
Bajo formas de fuego
que son luz
las figuras del fuego
que son agua.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
El espacio
-debajo del espacio-
es la forma del agua
en Chantilly.
No tú, ni tu memoria.
Sólo el nombre
que tu lenguaje escribe
en tu silencio:
un idioma de agua
más allá de los signos.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
(A José Ma. Guelbenzu)
Y si, pronto, tú, naturaleza,
entre pliegues de piedra me mirases
y no pudiera ser yo, sino tu música
en los mismos instantes que dura una verdad;
una verdad que pasa por un cuerpo
abriéndole a los ojos todas sus superficies
para dejar de ser lo sido cada día,
para dejar de ser una verdad,
qué transparencia en la quietud del fondo.
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El que camina y va
y el que regresa
El que está en un lugar
y el que ha venido
El que está inmóvil
y aquel que no ha tornado
El que sólo es el tiempo
de un espacio distinto
El que nunca es el tiempo
ni tampoco el lugar
El que es y no es
el que será y ha sido
El que era agua
y ahora es sólo aire
El que era tierra
y ahora es sólo agua
El que era aire
y ahora es sólo tierra
Informan la materia
de este mismo lugar
donde el que es ya era
y el que será ya ha sido
porque son la materia
de este mismo lugar.
Nada hay en mí, sino esos horizontes
que alguien dormido contempla desde un mar:
desde otro mar, que acaso ya no existe.
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Equilibrio de luz
en el sosiego.
Mínima tromba.
Ensoñación. Quietud.
Todo:
un espacio sin voz
hacia lo hondo oculto.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Sin signos.
Sin idioma.
Sin final.
Tal cual a ti
en ti
nada te cambia.
Lo anterior a tu voz,
eso es el mundo.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
La noche te escribe,
te transcribe,
te inventa.
Así,
sobre el papel,
lienzo tan sólo,
tiempo:
papel donde la noche
abriera sólo
la tierra de su efigie,
la figura,
el cuerpo del que brotan
los invisibles signos.
La
Tierra de la noche
la Terra della Notte,
terracota o destino
o escritura que inventa
lo distante de ti,
lo más allá de ti:
alfabeto nocturno de la nada.
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I
En una noche nos hacemos viejos
y, al despertar al mundo, la mañana
en la luz del cristal de la ventana
nos clava, como insultos, sus reflejos.
Los ojos en el agua son espejos
de la memoria llena de gris grana
y la palabra, para siempre cana,
nos deja sus acentos circunflejos.
En el lavabo de las horas lavo
el hollín de los días. Las semanas
dejan cal en el cuerpo; ladeada,
la sombra de los años; ignorada,
la inteligencia de las cosas vanas:
el grifo, el jabón, este lavabo.
II
El grifo, el jabón, este lavabo
adelantan la ciencia soberana
del existir: mirar por la ventana,
ver cuántas cosas cada día lavo.
Un resplandor de rayas, rojos lagos,
una copa, un libro, una mañana
de otro rostro mirando en la ventana
el mismo gris de sus contornos vagos
me hacen saber que acentos circunflejos,
auroras grises de los días, granas
sombras inmovilizan los espejos;
que somos el rumor de los reflejos
de las horas, los días, las semanas
y que una noche nos hacemos viejos.