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Jaime Augusto Shelley

Poemas de Jaime Augusto Shelley para leer.

Jornadas: Poema de Jaime Augusto Shelley en español fácil de leer

Jaime Augusto Shelley: Mariposa azul emprende vuelo

Esa mañana de luz encrucijada
lo vivido del polen,
el ansia en convulsión
y un abrazo que parece ser el último,
dejaban cristalinas
casi transparentes veladuras
en el desasosiego del lecho
tendido entre las flores.

No se mide un instante
ni dura en precisión
más o más.
No existe, tampoco, una boca
que aprehenda a otra boca
más allá de su anhelar;
un ala es un espacio
que deja
de ser
para transformarse en grito, espasmo
o vuelta: sustancia del origen.

Yo no dije que te amaba
porque el tiempo habría triturado mis huesos
aun antes de que esta página cayera en abandono.
No te dije nada.
Juntos, la luz brotaba celular y desmedida
y tú emprendiste seriamente el vuelo,
sin llorar.

Poemas y poetas mexicanos

Jaime Augusto Shelley: Nostalgia del puerto

Agotado por la furia,
estaba en mí cantar alegría,
traer al papel un paseo
después de los mariscos con cerveza
y el café de la Parroquia,
aspirar los olores del puerto
cuando cae el sol,
entre las risas y los gritos de los niños
en el malecón;
pero vinieron las lluvias, el norte.

Y nos fuimos a México.
Lo sucio del valle
mordió el aroma
y se perdió el deseo.

Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos

Jaime Augusto Shelley: Los pájaros

Chillaron los pájaros
desorbitando su silencio de altas copas
Descendieron cóndores y cuervos de aceradas plumas
Cientos de voces desencajadas por la ráfaga
tomaron la forma de los árboles y callaron
recuperaron su silencio

Sobreviene el día

Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos

Patria amaneciendo: Poema de Jaime Augusto Shelley en español fácil de leer

Jaime Augusto Shelley: Patria traicionada

Hilo tan delgado casi siempre se rompe.

Suelo tan ligero cualquier sobresalto devora.

Costra seca que sin desear anda desnuda.

Ombligo roto y vuelto a pegar.

Agua que nunca se detuvo.

Entrañable amor que es pesadumbre:

Miedo si se está despierto.

Fiebre en primavera, cuando empiezan a caer las hojas.

Contraloquesea, a mandobles y suspiros,
entre siemprevivas y secas bocanadas,
estertor entequilado cuando sale el sol
y una densa nube cubre el cielo de relámpagos viejos.
Nunca niños tanto, con rictus de dolor,
habrían visto
pisando tierra propia, ajena.

Aire que adelgaza, se hace humo.

Sueño que regresa a su viscera.

Luz y nada. Ojo para mucha muerte.
Palpito que aflora comiendo gusanos vesperales.
Casa propia, hogar de nadie.

Poemas y poetas mexicanos

Jaime Augusto Shelley: Rencor al olvido

Mezclado al aire tibio
y sosegado con que duermes
resuena el eco de otro aliento,
tembloroso en la distancia
mas fresco en el hurgar
de mi memoria cavilante
al filo de un amanecer
que se retrasa
al compás de manecillas tercas
que van dejando caer, sobre las cosas
que más quieres; pétalo a pétalo, un recuerdo.

Inútil dar la vuelta,
girar de cuerpo entero,
abrir y cerrar los ojos.
Estoy fuera de mí
y busco, como un ciego en claridad,
lo soñado; la luz aquella
dibujada en sombra,
ardiendo, estrujada por la voluntad
de no dejar inmóvil
el agua hecha cristal
de ese recuerdo vuelto olvido.

Poemas y poetas mexicanos

Jaime Augusto Shelley: Réquiem

Hundo mis vocales piernas
en la espesura álgida del año
y callo: escucho.
Y una sombra a dos,
caídas en la prisa de su sueño,
abren llagas de insatisfacción, cólera y miedo
en el leprosario ambulante de estas horas.
Un hombre o dos. Tal vez una mujer.
Tendidos en negros albañales de cuartel,
goteando muerte lenta.
Es un puñal
su silenciado pensamiento,
su adherida pátina
comida hasta los huesos por el llanto.
Los útiles del diario,
relojes, fósforos o timbres, con toda exactitud,
no recuerdan cuándo alguien muere,
cómo alguien muere.
Sólo las palabras pueden, enrojecidas
a impulsos de sus desasidos tallos,
mientras que el ramazón
a ciegas
de las balas trepida
y el ácido vapor
quema de espanto al cielo,
sólo ellas,
las palabras negras, pueden,
detenidas aunque sea por este instante,
mirar hacia atrás
tropezando, como al fin de una carrera,
con los cuerpos humillados
por el arco animal de la metralla.
Sombras, voces,
cubiertas por mil aves, caen,
mordidas por el crimen, caen,
nudillos implorantes
suben por mi cuello
y al compás tembloroso de cien ojos
crispan mi lengua.

Ruido casi humano
que mi sed no alcanza,
de rodillas en los muros devastados,
sombras, voces, cubiertas por mil aves, caen:

Es un puñal su silenciado pensamiento...

Poemas y poetas mexicanos

Jaime Augusto Shelley: La silla

Si tengo que mirar un día
la silla como la miro ahora
y tengo que callar a los poetas
para decir tan sólo
es negra
(Y una callejuela de árboles suntuosos
se detiene sombra y sopla en los follajes)
si tengo que mirar de día
la silla y estrecharla
y sostenerla
(como a una ola hueca
que se sabe que se abre y que se cierra)
si me voy a sentar
o me voy a parar
alejándome de la silla negra
(la madera es blanca
rechinante apenas por el uso)
si me voy a quedar quieto
balanceándome en la silla fija
(por una vez no confesar
estoy pensando creciendo madurado)
Por una vez decir que estoy contento
en paz con las palabras
que soy como la silla álamo y cultivo
que estoy en tierra
sólidamente agitado y enraizado
como un abeto decir como la silla
en su acabado negro
Ven ya no rechino
(y rechinar de nuevo)

Si me voy a quedar aquí
o en otra parte
y voy a contemplar la silla
digo qué me cuesta callar a los poetas
y decir tan sólo es negra!

Poemas y poetas mexicanos

Jaime Augusto Shelley: Sombras

Después de los cuerpos van las sombras
Átomos dispersos que se encajan
en los pisos las paredes
que estallan en los bordes dilatándose
vuelven y se quedan en el mediodía
Van las sombras como cuerpos
Los cuerpos como viento

Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos

Jaime Augusto Shelley: Tiendo la mano

Tiendo la mano ahora,
no la azoto, no la empuño,
no la doblo,
tiendo la mano ahora que estoy.

Si te digo que voy en calma,
miento.
Todavía abogo por las uñas y las ansias,
rojos los nudillos, todavía no miento.

Si te digo arado
cuento los surcos entre dedo y dedo.
Y hay un fruto
y habrá más frutos.
Porque la tierra es verde hasta lo inmenso
y da hongos amargos, como también
dulce olivo.

Si es que miro en su inclinarse
como crecen las bayas y los lirios
y las verdes estrías de los algodonales.
¡Cómo se descarga el aire en contralisios!

Así mi corazón, de fijo,
en contradanza, quieto,
entra al sorteo:
los rostros de noviembre,
su calor y su textura...

Tiendo la mano ahora, que estoy.

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Jaime Augusto Shelley: Victoria es tiempo de ladrones

Canto 10

Victoria, sí, sentido sobre la razón,
madre de instinto, ser de mis espacios,
fin de todos los tiempos y principio
de todo lo que crece, nada y vuela,
germen del fuego y de la música,
memoria inamovible de la luz.

Cuanto hay de cierto nace de tu risa;
la esperanza son tus ojos,
mientras el futuro duerme, tibiamente acariciado,
entre tus manos.

La otra vida eres tú,
la que se construye de sueños, la real desencadenada
que viene del fondo de lo humano y a él retorna,
amorosa; raíz de la especie luchando contra la sangre inútil,
dulzura frágil del amor que se repliega
cuando la bestia anda cerca.

Habré de protegerte, amada,
ahora que es tiempo de ladrones.

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