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Hugo Lindo

Poemas de Hugo Lindo para leer.

Canto XXI: Poema de Hugo Lindo en español fácil de leer

Hugo Lindo: Canto XXVIII

Va de mi puño y puño y letra a letra
surgiendo multitud de instantes.

Unas veces soy yo, o es mi sollozo.
Otras veces la estampa de mi padre.

De pronto, en una vuelta del recuerdo,
lunas, pájaros, versos niños, árboles,
hasta que surge acompañando al día
tu paso junto al mío, hacia la tarde.

Pero todo es igual, uno y lo mismo.

El universo se trasfunde y cabe
en el nombre del hombre que yo llevo
y en tu presencia adentro, arriba, al margen.

También lo que sucede y nos sucede.

Y la serenidad que nos invade
cuando ya las pasiones amansaron
en una paz de unción, todo su oleaje.

Es cierto. Estoy cansado. Es justo ahora
que bendiga tu sombra
y que descanse.

También que llore a orillas del olvido
y escuche el golpeteo de mi sangre.

Todo es uno y lo mismo. Tu silencio.
Mi silencio. Tu voz. Mi voz. El aire
que acaricia con mano de nostalgia
toda la historia, amor, de nuestro viaje.

No se cumple el milagro en una espora:
se cumple en nuestro vino y nuestra carne,
y es uno solo el rumbo de los días
desde el vagido hasta el reposo grande.

Y un hombre no es un hombre ni su estirpe,
sino el río, la piedra, el viento, el cauce.
Y sobre todo, amor, el amor mismo
con su secreta población de arcángeles.

Poemas y poetas salvadoreños

Dejad, pues, que sucumba: Poema de Hugo Lindo en español fácil de leer

Hugo Lindo: Dormiremos aquí

Dormiremos aquí
donde la hormiga
acumula su sórdida riqueza.

Aquí, donde el verano no se atreve
a hincar la azada
ni a plantar la flecha.

Aquí donde el festón de las raíces
se agazapa y enreda.

Dormiremos.

Donde el agua inefable del invierno
se filtra,
leve, queda,
hasta mojar los párpados
y la sonrisa yerta.

Aquí,
taller sombrío en que se forjan
las cosechas.

Dormiremos aquí.

Cerrad la puerta.

Poemas cortosPoemas y poetas salvadoreños

Hugo Lindo: Fácil palabra

1

Fácil seria la palabra
sin hojas.
Fácil como un vacio.
Como una sombra.
Pero ocurre al contrario: te arrimas al silencio
y ella te acosa
llena de ideas,
de memorias,
siempre con algo entre las manos.
Y simplemente no la logras
desnuda, sola.

4

Teníamos que decirnos muchas cosas
y no hallábamos cómo.
Era mejor así. Corría el tiempo
y envejeciamos con él.
Y eso era hermoso.
Porque pensando apenas, o sintiendo y pensando,
o nada más sintiendo,
adivinábamos
lo que es el zumo de este testimonio:
teníamos que decirnos muchas cosas,
pero ¿cuáles?
¿Y cómo?

11

Amor amor amor amor setenta veces,
setenta veces siete veces.
Amor amor amor amor. Nadie habrá que lo olvide.
Siempre quién lo recuerde.

27

Los ojos fueron el primer idioma
y las tímidas manos el segundo,
la palabra, el tercero, y es el cuarto
este callar sencillo, pero juntos.

55

Y si a mí me preguntan por tu fuerza
de enredadera en flor, de irresistible
fragancia, de rocío refrescante,
de amoroso follaje y sombra firme,
¿cómo responderé lo que no puede
sin menguar, decirse?

Poemas y poetas salvadoreños

Hugo Lindo: No és ésto

¿No és ésto?

No es esto
lo que quiero decir.

Ni esta otra cosa.

Y cada vez que pienso una palabra
digo
o es esto,
no.

Cubre una red sonora
un extenso vacío.

Quiero cantarlo todo
desde el centro
de su más pura realidad,
desde el milagro
que vibra en tierra
y vuelva el sentido y aire y fuego y agua,
desde la elemental
y dormida sustancia de la arena
hasta el metal dorado
que hace brotar las lámparas del día.

No es esto,
no.
Todavía no es esto.

Mejor borremos una a una, todas
las palabras escritas.

No.
Todas, no.

Bien pudiera haber una,
quizá solamente una,
que lo diga.

Poemas y poetas salvadoreños

Hugo Lindo: Limonero del patio

Limonero del patio, yo recuerdo
tu matinal constelación dorada,
tus maduros planetas en el suelo
cantanzo zumos de amarillas gracias;
tu manera sutil de estar volando
en la invernal atmósfera del agua,
mientras en tu ramaje, las chiltotas
eran mudos ovillos de fragancia.

Recuerdo tu amorosa continencia,
tu dulce charla de hojas agitadas
y la quietud celeste que subía
hasta el perfume en tus dormidas aguas.

Y luego, a tu redor, manos inquietas,
nudos de voces, coros de algazaras
festejando inocentes, tu escondida
población de luciérnagas intactas.

Me fui de ti. Mi corazón te añora,
¡verde pilar de aromas en la infancia!
Mi soledad te busca en libros viejos,
cartas de amor y flores disecadas,
yendo corriente arriba por los años
a la acidez impúber de tu estampa.

Y me entristece a ratos tu recuerdo,
el frutal abandono de tu dádiva,
porque en tu olor se me enredó un cariño
y con el tiempo se ha tornado lágrima.

Poemas y poetas salvadoreños

Hugo Lindo: De la poesía

I

Bien: es lo que decíamos ahora.
Encenderse de lámparas sin motivo aparente.
Alzar copas maduras
y beber los colores de la nieve
como quien bebe alas de paloma
o brinda con angélicas especies.

II

Claro: lo que decíamos ahora.
¿Para qué detener en las palabras
lo que se va por ellas, y revierte
en el propio minuto del encanto
a su silencio tenue?
¿Para qué definir lo que pudiera
relatarse jeroglíficamente?

III

Exactamente: de eso hablábamos.
De no decir el nombre de las cosas
ni aquella calidad de las aprieta,
sino sólo su sombra,
mejor dicho, el milagro
sonoro de su aroma.
Dejar que las palabras
por sí solas,
tomen hacia el prodigio
la ruta aérea de las hojas.

Poemas y poetas salvadoreños

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