Poemas de Homero Aridjis para leer.
Sobre el poeta Homero Aridjis [occultar]
Su novela "1492: Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla" también obtuvo reconocimiento internacional.
Aridjis combina lirismo con una profunda conciencia ecológica. Su lenguaje es evocador, mezclando imágenes oníricas con referencias a la cultura prehispánica y la mitología. La naturaleza, especialmente las mariposas monarca, aparece como símbolo de transformación y fragilidad.
Aridjis sigue siendo una voz esencial en la literatura hispanoamericana, uniendo arte y activismo con maestría.
Abril es ella quien habla por tus labios
como un joven sonido desnudo por el aire
En la noche ha volado con tu vuelo más alto
con risa de muchacha
como el fuego nocturno de los frutos del viento
donde vibran los pájaros
Manzana del amor
su voz bajo la lluvia es un pescado rojo
Embarcada en sus cuencos con los ojos absortos
es la virgen gaviota que ha bebido del mar
en el agua su sol mariposa de luz
Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos
I
El aliento es el dios que la penetra
e insuflada da a luz
habla un instante
y su voz queda en el aire
aun cuando ha partido
II
Por el día que se mueve
la sabiduría erige templos
quien ama el sol
siente en su corazón el fuego
las palabras tocan el aire y arden
el ser viaja hacia la luz
III
el río por el valle tiene fondo
y por el monte es aire
rayo de sol
serpenteando
deja tras de sí sombras transparentes
y el hombre
aunque pobre en el mundo
vestido va en su desnudez de luz
IV
viaje por la enorme variedad de la mujer creada
por baños y templos como solemnes minas
por el silencio de tu cuerpo después del amor
por seres que despiertos en el sueño hablan de la creación
caminos de luz llevan al ser al borde de sus propios ojos
en siglos como pozos el ser amado cae
la carne abierta bajo el sol sufre de azul que pasa
V
éramos 8 seres
cada uno como un fruto
y a veces este fruto
era todos los frutos
y era el árbol mismo
y como un ojo solo
ardía azul en el aire
y ardía toda la noche
Te amo ahí contra el muro destruido
contra la ciudad y contra el sol y contra el viento
contra lo otro que yo amo y se ha quedado
como un guerrero entrampado en los recuerdos
Te amo contra tus ojos que se apagan
y sufren adentro esta superficie vana
y sospechan venganzas
y muertes por desolación o por fastidio
Te amo más allá de puertas y esquinas
de trenes que se han ido sin llevarnos
de amigos que se hundieron ascendiendo
ventanas periódicas y estrellas
Te amo contra tu alegría y tu regreso
contra el dolor que astilla tus seres más amados
contra lo que puede ser y lo que fuiste
ceremonia nocturna por lugares fantásticos
Te amo contra la noche y el verano
contra la luz y tu semejanza silenciosa
contra el mar y septiembre y los labios que te expresan
contra el humo invencible de los muertos
Tu nombre repetido por las calles
Tu boca
Tu paso que no es nocturno ni de aurora
Tu voz
Sólo tu ser creciendo en las esquinas
Tu tiempo... tus alianzas
Ahora sentada en espiral
Después el humo.
Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos
No veo tu sonrisa entre mis labios
apurar la prolongada espera
en tu abandono de luciérnaga a la noche;
sólo tengo asida entre mis brazos
la inexpresable lucha
de penetrar en el bosque sin fondo de tu sueño
que empieza en la penumbra.
Sólo el afán de arañar las escamas de la tierra
y volcar la savia del origen
en tu canasto de riveras blandas,
para encontrarte a ti,
en el hueco de tus verdes plantaciones
como un todo revuelto entre mis manos.
Sólo mis párpados abiertos
confundidos en el incendio de absorberte
en tu acuario de humo,
bajo la soledad de unos cerebros desyelmados.
No veo tu presencia desdoblada
ahondarme y contenerme,
sólo mi furia de hombre
en las grietas de ti misma
persiguiéndote sin alcanzarte.
Sólo la noche posada en tus cabellos,
la noche raspándonos los ojos,
la noche uniéndonos y separándonos
como división eterna entre los cuerpos.
Tu paso, como una sombra,
era difícil de seguir,
y al perderte en una esquina
sólo quedaba en mí, como en la calle,
un vago sentimiento de vacío.
Tu cimbreo, tu cintura
me estremecían
y el jardín parecía tener más rosas
y el verano calor,
pues en mis labios de niño aún no había
la palabra que define al amor.
La edad nos separaba,
como a dos cuerpos,
no de tamaños distintos,
sino de espacios diferentes.
Y mis manos asiéndote,
mis brazos abarcándote,
no podían asirte,
no podían alcanzar tu cuerpo, tu mirada.
Y Dios creó las grandes ballenas
allá en Laguna San Ignacio,
y cada criatura que se mueve
en los muslos sombreados del agua.
Y creó al delfín y al lobo marino,
a la garza azul y a la tortuga verde,
al pelícano blanco, al águila real
y al cormorán de doble cresta.
Y Dios dijo a las ballenas:
«Fructificad y multiplicaos
en actos de amor que sean
visibles desde la superficie
sólo por una burbuja,
por una aleta ladeada,
asida la hembra debajo
por el largo pene prensil;
que no hay mayor esplendor del gris
que cuando la luz lo platea.
Su respiración profunda
es una exhalación».
Y Dios vio que era bueno
que las ballenas se amaran
y jugaran con sus crías
en la laguna mágica.
Y Dios dijo:
«Siete ballenas juntas
hacen una procesión.
Cien hacen un amanecer».
Y las ballenas salieron
a atisbar a Dios entre
las estrías danzantes de las aguas.
Y Dios fue visto por el ojo de una ballena.
Y las ballenas llenaron
los mares de la tierra.
Y fue la tarde y la mañana
del quinto día.
Cae la lluvia sobre junio
El espíritu de la mujer que ama
corre en tu cuerpo...
se desnuda en las calles
La vida en los rincones
sostiene el equilibrio del mundo
con un algo de Dios que asciende de las ruinas
Los hijos del hombre hacen su universo
sobre un barco de papel que se destroza
pero la alegría no está precisamente allí
sino en la proyección de otro universo
Nada debe detenerse
volverá septiembre y después abril
y los amigos que no acudieron esta primavera
estarán con nosotros en un invierno previsible
Amo este tiempo
donde los perros son sagrados
y los insectos titubean en los vidrios
Te amo a ti por efímera por susceptible al frío
La ciudad se ilumina para nuevas proezas
Cuando la sombra duerme su cuerpo se ilumina
su rostro reflejado atraviesa cristales
y finalmente se instala en todo brillo
Sus dedos trenzan en el aire
los bellos frutos de los días de mayo
Muda en la respiración muda de las cosas
la voz de una mujer pasa buscándola
Desnuda en el esplendor irreparable
sus ojos se abren como un río
de luz y de sonido