Temas Poetas

Guillermo Carnero

Poemas de Guillermo Carnero para leer.

Guillermo Carnero: Palabras de Tersites

Esa carcasa ocre es Helena, la gracia de la nuca
aureolada de cabellos lúcidos.
Los que la amaron son inmortales ahí, en la tierra inverniza,
o bien envejecieron con una pierna rota
dislocada para mendigar unos vasos de vino-
y yo, el giboso, el patizambo, me acuerdo algunas veces
de la altivez biliosa de los jefes aqueos
considerando la pertinencia del combate,
inspiración segura de algún poema heroico
cantor de esta campaña y su cuerpo de diosa:
polvo para quien no la amó, sus versos humo.

Es la decrepitud lo que enciende esta guerra.

Poemas y poetas españoles

Guillermo Carnero: Puisque réalizme il y a

Vuelve la vista atrás y busca esa evidencia
con que un objeto atrae a la palabra propia
y el uno al otro se revelan; en el mutuo contacto
experiencia y palabra cobran vida,
no existen de por dí, sino una en otra;
presentido, el poema que aún no es
vuela a clavarse firme en un punto preciso
del tiempo; y el que entonces fuimos ofrece
en las manos de entonces, alzadas, esa palabra justa.
No así: gravitan las palabras, y su rotunda hipótesis
ensambla su arquitectura; más allá es el desierto
donde la palabra alucina hasta crear su doble.
Creemos haber vivido porque el poema existe;
lo que parece origen es una nada, un eco.

Poemas y poetas españoles

Guillermo Carnero: Las ruinas de Disneylandia

Muchachita taimada (tan sin malicia) entonces,
propensa sólo a nuestros juegos lúgubres
por entusiasmo de recién convrsa,
¿quién te reprocharía tu sumisión, no honrosa
a fin de cuentas, al glamour
del boyante cadáver exquisito
a quien todos sin duda hemos amado
alguna vez?
o aquella
manía de extricar -la lúbrica
de Man Ray mascullando entre tus senos
WAS IST DADA? WAS IST DADA? WAS IST DADA?
la quintúplice forma de la vírgula.
Así pasamos muchas noches
caminando sin rumbo
por la arista sin fin de las palabras.

Poemas y poetas españoles

Guillermo Carnero: Watteau en Noguent-Sur-Marne

En el brillante centro de la sala se oye
las risas y el reloj. En cuatro círculos
giran las Estaciones, y las Gracias recatan
su desnudez en el coronamiento.
Ágatas y nogal, si se entrelazan
a los pies del reloj, la caja oprime
las resonantes cuerdas, los finísimos flejes y el contenido
cauce de la música.
Broncíneos bancos labrados y Pomonas veladas de musgo.
El círculo de los naranjos, contenido con violencia y arte,
concede en la distancia un húmedo refugio. Cómo puede
el aire frío de la noche conservar su pureza originaria,
del ir y venir de candelabros y libreas separado tan sólo
por unas vidrieras transparentes.
Ficción o engaño. Pero los aprendidos pasos de baile,
¿son acaso
razón para una vida? Mezzetin, Citerea,
el espectáculo, el universo vuestro en mí surgido
donde no soy extraño.
Mirad: más vida
hay en la mano enguantada que abruma de encajes su
antifaz,
o bajo los losanges del arlequín que pulsa las cuerdas
del arpa,
que en todos vosotros, paseantes de los Campos Elíseos.
Porque el hombre desea conocer lo que ama,
descifrar la sangre que pulsa entre sus dedos, recorrer
íntimamente los senderos intuidos desde la cancela.
Nada vuestro me es oculto, personajes de fábula, porque
soy uno mismo con vosotros,
y sin embargo, estoy tan solo como cuando, al entrar
en el salón,
oprima una mano desconocida bajo la seda, en
la próxima danza.

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