Temas Poetas

Griselda Álvarez Ponce de León

Poemas de Griselda Álvarez Ponce de León para leer.

Griselda Álvarez Ponce de León: Alba

Orífice del alba, dulce loco,
alucinada estoy en tus colores,
si me pintas la noche de temores
en el amanecer dórame un poco.

Después verás qué pájaros convoco
para que te rindamos los honores
porque eres hacedor de los albores
y principio de todo lo que toco.

Viérteme caridad en la escudilla,
dame el trino, la flor, la mariposa,
el germen del olvido, la semilla,

la verdad que se oculta en cualquier cosa,
deténme ya de la terrible orilla,
tíñeme el alba de esperanza y rosa.

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Griselda Álvarez Ponce de León: Alondra

Todo el año caído, todo el año,
polen sin rumbo, tierra sin semilla,
algo que muy adentro se apolilla
y algo que por afuera se hace daño.

El aire huele como a desengaño,
algo se pudre, algo está en la orilla
y mientras el otoño se amarilla
el ambiente se torna más huraño.

Miedo tal vez. Tal vez el primer miedo.
Otoño en hojas su derrota.
Por esta alondra última intercedo

mientras el frío su rencor azota.
La alzo, entre los senos me la hospedo
y a la intemperie mi ternura explota.

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Griselda Álvarez Ponce de León: Anatomía superficial

Oreja, mano, brazo, pierna, ojo,
tu mitad que se ajusta con la mía
en la superficial anatomía
donde corren tu audacia y mi sonrojo.

Para la sed, en tu belleza mojo
los ojos insolados de alegría
y convencida de mi paganía
el árbol del asombro te deshojo.

Apariencia no más. Por dentro explora
tu oscuridad, tu sal, tu vericueto,
virus, microbio, célula y espora;

sangre y poder total es tu sujeto:
la fealdad adentro te decora
y te tiembla de muerte el esqueleto.

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Griselda Álvarez Ponce de León: Balance

Tanto pugnar por definir la vida,
tanto por detener el tiempo breve
por sostener el pulso que nos mueve
por dejar testimonio de la huida.

Y ver la primavera malparida
o el verano febril que nos remueve,
el otoño temblón que nos conmueve
y el invierno en su muerte desceñida.

Después, hacer balance de improviso:
el recuento de pasos, el minuto,
ayer como hoy relámpago sumiso.

Y pagar de rodillas el tributo
que se nos cobra en término preciso
al desprender de la carroña el fruto.

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Griselda Álvarez Ponce de León: Boca

En donde la sonrisa es un suceso,
agresor el contorno de castigo,
el labio al rastrear, como enemigo,
la mordida ritual y nido el beso,

en donde tiembla el corazón opreso
porque al salirse quiere estar conmigo,
de otra finalidad su fin desligo:
forjada solamente para el beso.

Y sube el beso a tientas escalones
de miedo entre las vértebras oscuras
y se llena de eléctricas razones

al llegar de tu boca a las alturas.
¡De par en par se abran los pulmones
por alargar la dicha que inauguras!

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Griselda Álvarez Ponce de León: Cuello

Algo de orgullo, mucho de eficacia.
Por sostener con propiedad la cumbre
el cuello toro se alza en reciedumbre
y afina los contornos de la gracia.

El sol de todos vuelca democracia
y en la nuca te da besos de lumbre,
mientras la voz naufraga por costumbre
en el silencio de tu idiosincrasia.

Se te cruzan las lianas de la vida:
donde un árbol de sangre te engalana,
donde un árbol de fuerza me intimida,

donde un árbol en viento se desgrana,
mientras al frente luces, malcomida,
cual testigo de cargo, la manzana.

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Griselda Álvarez Ponce de León: Desayuno

Si es que me siento sola, no me importa.
Con el ego me baño narcisista,
ante el espejo me hago una entrevista
y escribo lo que el vidrio me reporta:

la vejez asomada que soporta
un espíritu fuerte y optimista,
hay mucho más de risas a la vista
porque el dolor la vida nos acorta.

Tengo amigos y amigas; más de alguno
por teléfono a veces me resiste.
Espanto algún recuerdo inoportuno

como si fuera mosca. Y si persiste
le invito un poco de mi desayuno.
Sé que estoy sola. Pero nunca triste.

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Griselda Álvarez Ponce de León: Historia

¡Ay primavera, primavera suave!
Érase una mujer que compartía
el humus de la tierra, la armonía,
el árbol fácil y el nidal del ave.

Érase una mujer como una llave
con la que abrir un mundo de alegría,
una mujer, fugaz sabiduría,
pacífica guerrera, beso en clave.

Y érase un hombre así, de todas suertes
hombre y señor, total naturaleza,
puño gigante, lumbre de mil muertes,

abismo terminal, conciencia ilesa,
con el llanto interior, porque eran fuertes
sus ojos de metal color tristeza.

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Griselda Álvarez Ponce de León: Homenaje

¿Homenaje?

Cada día recojo mis cenizas
sin darme cuenta de mi decadencia
exenta de quejumbre o de dolencia
asumiendo el trabajo con más prisas.

'¡Qué bien estás!' -me dicen con sonrisas
las compañeras de mi adolescencia.
No respondo igual, porque en conciencia,
al revisarlas, están hechas trizas.

La gana de vivir es mucha gana,
aunque ya tenga listo el equipaje
y he soñado mirar por la ventana con caballos,

un fúnebre carruaje y el cochero me grita:
'¡Hey, anciana, cuidado,
que es la edad del homenaje!'

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Griselda Álvarez Ponce de León: Lejana arquitectura

Vejez, llévate todo: cutis terso
donde viajaron manos persuasivas,
ojos radiantes, lámparas votivas
que iluminaron noches de universo.

Llévate aquel andar que como en verso
mis firmes piernas eran decisivas.
Yo buscaba las cosas sustantivas
quizá muy lejos de un afán perverso.

Llévate de la avispa mi cintura,
dimensión increíble, lozanía,
llévate de mis senos la blancura

y el negro de mi pelo en armonía.
Llévate mi lejana arquitectura.
Pero déjame entera mi alegría.

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Letanía erótica para la paz: Poema de Griselda Álvarez Ponce de León en español fácil de leer

Griselda Álvarez Ponce de León: Llanto

Viuda de ausencia toco la mañana,
es tan igual invierno y lejanía,
que quizá se pudiera se podría
abrir la noche junto a tu ventana.

Al gallo inútil con su inútil diana
en el alba su canto estrellaría,
no pasaría el sol no pasaría
envuelto ya de noche en su sotana.

Viuda de ausencia tomo mi destino:
saco mi llanto del profundo pozo
y con él riego cáñamos y lino.

Esta mañana no arderá mi gozo,
que el alba huele a sal y sabe a trino
enredada en la niebla del sollozo.

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