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Gonzalo Osses Vilches

Poemas de Gonzalo Osses Vilches para leer.

Gonzalo Osses Vilches: El hombre que mira al poniente

Sobre las llanuras
del cielo atardeciendo
cabalgan figuras,
como manchas.

Un hombre
mira hacia el poniente.

A sus espaldas
la oscuridad avanza.

Pero la mirada
viaja con la luz
y se desprende.

El hombre
se ha quedado sin los ojos.

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Gonzalo Osses Vilches: Huelo Mal

Huelo a muerte en estos días, huelo a olvido,
a poema inacabado, a tristeza, a pecado.
Huelo a estorbo de recuerdos, a Navidad de niños huérfanos.
A polvo puesto, a caras parcas, a espermios muertos.

Huelo a negro de conciencias, huelo a entierro,
a ciudad contaminada, a estribillo sin solfeos.
Huelo a guerra en Medio Oriente, a delirio en Occidente,
a luna talada, a deseo insatisfecho, a ensoñación castrada.

Huelo a lejanía del mar, huelo a censura,
a amores descompuestos, a la lujuria del cura.
Huelo mal, como a fracaso, como a podrido,
como a derrumbe y nostalgia, como a hambre de esperanza.

Huelo y pervivo, huelo y presiento, huelo y escribo;
Huelo y sé que algo ha de morir por tal olor...
Algo con mis formas, mi teléfono, nombre y dirección
Algo que se parece a mí pero que no soy yo.

Hoy. Huelo a hoy...
Huelo a cuando ya es tarde para todo

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Gonzalo Osses Vilches: Qué me importa la muerte

¡Qué me importa la muerte!

Ráfaga veloz que rasante te besa.
Canción de torrente con veneno en la sangre.
Trueno desierto con arenas que dan tu tiempo.
Vino traicionero, por incapaz.

¿Qué me importa la muerte?
Si total no es mía.
Y si lo fuese, da lo mismo, no me quedo con ella.

Querella prehistórica de buitres trajeados.
Respuesta de pétalo frágil, etéreo, inexistente.
Risotadas turbias de aquellos nogales caídos.
Vértice de verdad que se escapa.
Absurdo infinito de la nada concreta.
Locura atroz al engendrar, una duda que sangra.
Inocencia de argucias falaces, en aquel libro de magia negra.

¿Qué más podría suceder?
¿Acaso alguien preguntaría por la palabra libre?

Pongo condiciones a la butaca sorda y muda,
al lector desconocido,
pero lo ignorado comienza a desligarse.
Así quedo, en un justo medio, sin referentes.

No se olvidará de mí, me lo asegura
no por amor, sí por voraz y voluptuosa.
Será pronto, para un tiempo sideral hecho masa.
El ansiado anonimato verterá su pócima,
entonces sí, todo será normal, real y eterno.

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De la inmortalidad del cangrejo: Poema de Gonzalo Osses Vilches en español fácil de leer

Gonzalo Osses Vilches: Introducción

El verde ha sido verde desde mucho antes que tú y yo fuésemos nosotros
y de mucho antes que ambos volviésemos a ser extraños.

Cuando vivíamos en rojo y soñábamos en azul, ya lo echábamos de menos,
cuando me hundí en el negro y te fuiste tras el blanco supimos que nos era ajeno.

Pero cuando lo tuvimos fuimos felices.

Por eso amor, ahora que el silencio se ha instalado entre nuestras miradas,
ahora que el olvido ha vestido nuevas ropas, que el perdón se ha tapado la boca;
el hastío me ha vuelto daltoniano y mi vida se ha quedado sin color.

Por eso amor, me cuesta tanto olvidar esos días,
y por eso, de todos los verdes que he perdido y los he perdido todos
ha sido el de tus ojos, lejos, el que más ha dolido.

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Inventario: Poema de Gonzalo Osses Vilches en español fácil de leer

Gonzalo Osses Vilches: Ironía

A ti te gustaba el hecho
que yo dijera ser poeta

Pensabas que así me tendrías
y yo -baboso- te escribiría
largos y encendidos versos.

Versos que exaltaran tu belleza
que hablaran al lector de tus virtudes
para que no existieran dudas
sobre la grandeza de tu alma
y la firmeza de tus besos.

Y así, con tu cara de portada de revistas,
querías ser Gala, ser Matilde,
para elevar tu feo nombre
a la categoría de musa,
inspiradora de artistas

¿no es irónico, entonces
que el primer poema que te escribo sea éste;
escrito en estos días,
al cumplirse tres meses de la noche en que te fuiste?

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Gonzalo Osses Vilches: La noche antes de mi muerte estuve mirando el mar

La noche antes de mi muerte estuve mirando el mar.
Lo penetré, sus olas abrazaron mis rodillas vestidas.

Aunque era de noche sentí su color, reviví el verde esmeralda del que está hecho.
Lo amé, al comprender que era el color de tus ojos expandidos en él,
y tuve miedo, me sentí solo, pero no pude llorar.

Las estrellas eran dueñas de la noche, el viento soplaba tímido,
la luna no estaba y el silencio lo inundaba todo.

Grité...
Tu nombre se perdió en la noche y mi súplica se aferró a mi garganta,
a pesar de eso, escuché tu voz que venía desde otro rincón con mar.

Y escuché, además, tu respuesta a mis súplicas, a mis gritos, a mis preguntas
Y tu voz que me decía ¡nunca más! nunca más ¡nunca más!

Mientras tanto, desde el cielo caían estrellas fugaces, como llamándome.
y cada estrella ahora lo sé era una caricia que perdí, un beso que no di.

Quise agarrarlas, pero temí fracasar, no me atreví.
Esa noche, aquella noche... voy a seguir mirando el mar.

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Noticias: Poema de Gonzalo Osses Vilches en español fácil de leer

Gonzalo Osses Vilches: Otoño

Afuera; en las calles hay olvido de vehementes tormentas.
Afuera; desde las ramas de un árbol sigue brillando el sol.
Afuera; sopla el viento revolviendo las hojas apagadas
y el silencio se torna más mudo todavía.

Hay un gris que despierta en el aire deshojando mi aliento,
hay un rumbo que me invita a tomarlo por las veredas solitarias.
Seguirlo es, para mí, una manera de decir;
caminemos juntos.

Otoño siempre tiene algo de sueño escondido entre sus pliegues.
Es la manera de decirlo todo sin pronunciar palabra.
Es la pausa de algo, el por qué de alguien.
Es estar solo y a la vez acompañado
en la intimidad indecente de la conciencia.

El repiqueteo constante de una agradable nostalgia
que se vuelca sobre las calles que camino.
Es estar parado donde siempre quise:
sobre la sombra de un árbol desnudo.

Es recostarse en el calor de una vieja estación vacía,
esperando que alguien se lleve la mañana por delante
y seguir andando con las suelas llenas de hojas
hasta la próxima curva.

Otoño siempre tiene algo de sueño escondido entre sus manos
para dormirlo todo.

Soñarlo es para mí una manera de decir;
ven, el otoño, más que mío es tuyo,
más que tuyo, es nuestro...
ven, para que entremedio de los árboles sin hojas,
por una vez, por esta vez, caminemos juntos.

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Gonzalo Osses Vilches: Otoño perpetuo

Cada vez que es otoño
yo me quedo en el tiempo
y cada hoja que cae,
traerá tu recuerdo.

...y aquél viento frío,
que penetra mis huesos,
y esa fría llovizna,
que es mi llanto secreto.

Ya mi risa se apaga,
y me cuesta creerlo,
ya no habrá primavera
en mi vida de nuevo.

Sólo sé que estoy cierto,
que me muero por dentro,
y que anida en mi alma
aún mi último aliento.

Ha pasado el verano
y ya llega el invierno y,
si es que hubo primavera
alguna vez en mi pecho,
yo me quedo en otoño,
en este otoño perpetuo.

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Gonzalo Osses Vilches: Poema para un día cercano

Tú estarás lejos.

Yo dejaré la vida
como una pena olvidada
que se abandona para
proseguir el camino,
y emprenderé la muerte.

Detrás de mí, siguiéndome,
irán todas las cosas
queridas,
el silencio que nos uniera,
el arduo amor que nunca pudo vencer el tiempo,
el roce de tus manos,
las tardes junto al mar,
tus palabras.

Si donde estés tú oyes
que alguna voz te nombra,
seré yo que en el viaje
te recuerdo.

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