España: 1197-1264
Poemas de Gonzalo de Berceo para leer.
Sobre el poeta Gonzalo de Berceo [occultar]
Gonzalo de Berceo, considerado el primer poeta conocido en lengua castellana, destacó por su obra religiosa y su contribución a la literatura medieval. Nacido a finales del siglo XII en Berceo, La Rioja, su legado perdura como un pilar fundamental de la poesía en lengua vernácula.
Berceo escribió en cuaderna vía, una estructura métrica de cuatro versos alejandrinos con rima consonante. Su lenguaje, sencillo pero efectivo, buscaba acercar los temas religiosos al pueblo llano. A diferencia de los textos latinos de la época, sus obras eran accesibles, combinando devoción con elementos cotidianos.
Es famoso por Milagros de Nuestra Señora, una colección de veinticinco relatos en verso que exaltan los milagros de la Virgen María. Esta obra no solo refleja su profunda fe, sino también su habilidad para narrar historias con un toque humano y emotivo.
Como clérigo vinculado al monasterio de San Millán de la Cogolla, Berceo mantuvo una relación estrecha con la comunidad monástica. Se cree que su formación eclesiástica influyó en su obra, aunque también demostró un conocimiento profundo de la cultura popular.
Berceo murió en el siglo XIII, pero su obra sobrevivió como testimonio de la transición del latín al romance. Su vida enseña el valor de adaptar el arte a la lengua del pueblo, democratizando el acceso al conocimiento y la espiritualidad. Hoy, se le recuerda como un pionero que eligió el castellano cuando otros aún dudaban.
¡Eya, velar! ¡Eya, velar! ¡Eya, velar!
Velat, aljama de los judíos,
¡eya, velar!,
que non vos furten al Fijo de Díos.
¡Eya, velar!
Ca furtárvoslo querrán,
¡eya, velar!,
Andrés e Peidro et Johán.
¡Eya, velar!
Non sabedes tanto descanto,
¡eya, velar!,
que salgades de so encanto.
¡Eya, velar!
Todos son ladronciellos,
¡eya, velar!,
que assechan por los pestiellos.
¡Eya, velar!
Vuestra lengua tan palabrera,
¡eya, velar!,
havos dado mala carrera.
¡Eya, velar!
Todos son omnes plegadizos,
¡eya, velar!,
rioaduchos mescladizos.
¡Eya, velar!
Vuestra lengua sin recabdo,
¡eya, velar!,
por mal cabo vos ha echado.
¡Eya, velar!
Non sabedes tant de engaño,
¡eya, velar!,
que salgades ende este año.
¡Eya, velar!
Non sabedes tanta razón,
¡eya, velar!,
que salgades de la prisión.
¡Eya, velar!
Tomaseio e Matheo,
¡eya, velar!,
de furtarlo han gran deseo.
¡Eya, velar!
El discípulo lo vendió,
¡eya, velar!,
el Maestro non lo entendió.
¡Eya, velar!
Don Philipo, Simón e Judas,
¡eya, velar!,
por furtar buscan ayudas.
¡Eya, velar!
Si lo quieren acometer,
¡eya, velar!,
¡oy es día de parescer!
¡Eya, velar!
¡Eya, velar! ¡Eya, velar! ¡Eya, velar!