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Giovanna Pollarolo

Giovanna Pollarolo

Poemas de Giovanna Pollarolo para leer.

Giovanna Pollarolo: Primera declaración de la esclava

Yo jadeo por ti.
Muero por tu mano en la mía
sueño con tu abrazo
mi ilusión es que un día me digas
ven, quiero besarte
te adoro, eres hermosa.
Yo podría si me dejaras
decirte mil veces
te quiero, quiero estar contigo
mañana, tarde y noche
a pesar de estos mil años
horas de horas viendo televisión
amor intenso
o tibio, o largo o breve.
Pero callo
sé que me despreciarías
como a una perra pegajosa y babeante
que no deja de mover la cola
la lengua afuera
cuando llegas;
que se orina en las alfombras
cuando presiente una caricia.

Poemas y poetas peruanos

Giovanna Pollarolo: Primera plegaria

Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas
que por las no atendidas.
Santa Teresa

Si fuiste Tú el artífice
si ante Ti juramos
que seríamos el uno para el otro
en la enfermedad y en el dolor
en las buenas y en las malas
¿qué te cuesta, Señor
poner en su corazón un poco de amor;
en su cabeza, un poco de razón;
en su piel, un poco de deseo?
Yo sola no puedo convencerlo,
me ha dicho una y mil veces:
el amor se acaba
no sé qué va a pasar conmigo mañana o pasado
pero tengo otros sueños y quiero vivir para alcanzarlos.
Y es tan grande su certeza, Señor,
que sólo me queda implorarte.
Sólo Tú que eres Dios puedes hacer el milagro
en su corazón
en su cabeza, en su piel. Amén.

Noche a noche repito la misma plegaria
temiendo la voz imperiosa de Teresa
su rostro severo, su dedo en mi herida.

Poemas y poetas peruanos

Giovanna Pollarolo: Primera y única declaración del Señor

Yo sólo quiero que seas feliz,
no te amo
soy tu amigo y aprecio tu amor
mi cariño es infinito
pero no puedo darte lo que quieres
no me enciendes
tu piel no llama a mis manos
mi corazón está lejos de calmar tus afanes:
si me quedara no te haría feliz
tú no me haces feliz.
No soy tu Señor.
Soy apenas un hombre
detrás de los sueños
igual que un perro ciego ladrándole a los ruidos.

Poemas cortosPoemas y poetas peruanos

Giovanna Pollarolo: El principio

Esa navidad le regalé una almohada.
Una almohada no es más que eso: un regalo.
Pudo haber sido un libro
una corbata, un perfume, un reloj. Pero le regalé
una almohada.
Esa navidad él me contó
que yo ya no estaba en sus sueños:
había visto muchas puertas y oscuros callejones.
También me advirtió de la inmensa pena
que le daba tener que decirme
sus infinitos deseos
de acariciar otro cuerpo
mirar otros ojos
la ilusión de esperar a alguien
y la ansiedad de no saber
las ganas
de besar, abrazar, tocar, cantar, lamer, sonreír,
reír, silbar, bailar.
Y yo le regalé una almohada.

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Yo quería ser mariposa: Poema de Giovanna Pollarolo en español fácil de leer

Giovanna Pollarolo: El rosario de la aurora (y de la noche)

Para no pensar rezo un avemaría tras otra
cada Dios te salve deja un resquicio
y te apareces
una mañana cuando desperté y me mirabas
por la carretera Lima-Tacna, en medio de la neblina
tú, manejando; yo, a tu lado;
cuando me pediste que acompañara tu tristeza
de peña en peña,
y Eloísa Angulo nos dedicó una canción:
me llevaste a Cieneguilla y nos besamos
como cuando nos amábamos;
tú y yo por las calles de Buenos Aires
una tarde en París
María eres llena de gracia
y aparece una muchacha a la que amas
no me quieres mirar más
tu y ella, la besas, la llamas, la persigues
el Señor es contigo
repito la oración
no quiero pensar
bendita eres entre todas las mujeres
no es el primer insomnio
no es la primera vez que rezo
para olvidar
bendito es el fruto de tu vientre
Jesús
quiero creer que la historia se repetirá
una vez más
que mañana o pasado. Amén.
Y otra vez tus palabras amargas
acabemos, acabemos
nunca retoñamos, corazón. Hemos regado
hasta el cansancio
mira afuera, aprende, sueña, ama como yo.
DIOS TE SALVE MARÍA
bórralo de mi vida
como si no hubiera existido
llena eres de gracias
guíame donde una bruja experta en amores
el Señor es contigo
que mi Señor vuelva a mí,
hechizado.

Poemas y poetas peruanos

Giovanna Pollarolo: Segunda declaración, de rodillas

No quiero santificar Tu nombre
pero lo santifico y musito:
Estira Tu mano y llévame contigo
a Tu reino
aunque no sea Tu voluntad.
Eres mi señor
y debes cuidar de esta sierva
ante Ti hincada
mira mi abatimiento, sácame de mis angustias
de este valle de lágrimas en el que vivo
mis días están en Tus manos
mis manos alzadas sólo ansían Tu benevolencia
llévame contigo
como si fuera Tu hija
como si fueras Mi Padre
presta oídos a mi ruego
como Dios, a Sus Bienamadas criaturas.

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Giovanna Pollarolo: Segunda plegaria

Cada noche me siento en la butaca de siempre
y amparada por la oscuridad de la sala
olvido durante dos horas el agobio y mi pena.
De vuelta a la casa vacía
me arrodillo ante una estampa del Corazón de Jesús
y recito el salmo aprendido en un retiro
No te quedes lejos de mi porque estoy atribulada; estate
cerca porque no hay quien me ayude.

Poemas cortosPoemas y poetas peruanos

Giovanna Pollarolo: Subida al cerro (Peregrinaje a la cruz)

La cruz está en la punta del cerro.
Allí se salvaron, cuentan los viejos,
los pescadores y sus familias
cuando el mar se salió una noche
que el auto esté siempre mirando al cerro
aconsejaba mi abuela cada verano
el mar es traidor, uno nunca sabe.
Los sobrevivientes
cararon en sus hombros una cruz hecha con los maderos
húmedos
de sus casas destruidas
y la colocaron allá arriba, donde el mar no pudo llegar.
Cada lunes subían para dar gracias.
Cada lunes subíamos nosotras después del baño
de la tarde
en caravana
llevando velas blancas
y un palo a modo de bastón
para afirmar nuestros pies en la segunda curva, la más
peligrosa.
Arriba, rezábamos en voz alta un rosario completo
turnándonos los misterios gozosos.
Una vez mi madre
no sé si en agradecimiento a un favor concedido
o implorando un ruego
vistió la cruz con cintas de tafetán celeste:
ya en esa época no sólo se subía para agradecer por la vida
la cruz y el cerro también concedíanf avores
bastaba una promesa: subir todos los lunes que durara
el verano
a la misma hora
año tras año.

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Giovanna Pollarolo: El sueño del domingo (por la tarde)

El locutor atropella sus palabras
cada jugada anuncia el gol que no llega
Inca Kola la bebida de sabor nacional
¿Arde su carro ?
Llévelo a Automotriz Rivarde
antes de que sea tarde.
Domingos por la tarde :
él echado en su cama sin zapatos
en bividí
la radio a todo volumen
ella plancha y murmura
los sábados los odio
y los domingos... los detesto.
Después del almuerzo familiar
rociado con vino que no tomamos
entre el ir y venir de platos
sólo esperamos el click de la radio
para ser expulsadas al lado de la cocina
y poner orden al desorden de la fiesta.
Me juro que cuando sea grande
no seré como ella
y él al que aún no conozco
no será como él :
en mis días no habrá plancha
ni fútbol ni lamentos.
Los domingos por la tarde
sólo tiene voz el locutor
él vibra por la pasión de un gol
olvidado ya del amor
ella sólo murmura
yo sueño con mis Domingos de Gloria.

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Giovanna Pollarolo: Todas se llaman María

Todas se llaman María
y es inútil distinguirlas
buscar para cada una el rostro diferente
saber cuál del ellas fue la enamorada
la que supo romper el frasco de perfume
secar con sus cabellos los pies recién lavados
si ella es la misma que lloró
cuando Él fue muerto
si ella le alivió el sudor en el camino
o fue otra la María
que corrió detrás de los sepultureros
todas se confunden en ese obediente rebaño
nadie recuerda el día
cuando Él la llamó
le dio un nombre
como si fuera la única
acompañando sus noches
la elegida para vivir por los caminos
anunciando las buenas nuevas
mas la palabra no les fue otorgada
el día de la confirmación de la fe
cuando el espíritu santo
llenó a los elegidos de sabiduría
ellas estaban en la cocina.

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Giovanna Pollarolo: Ultimo peregrinaje

Si la luna no puede conceder mi deseo
si el conjuro es un engaño
iré al cerro, dije.
Compré velas y flores de papel
y prometí subir todos los lunes que quedaban del verano.
Cada tarde a la hora del crepúsculo
contemplé el mar desde la altura;
rezando a solas el rosario
a veces me perdía en los misterios de mi ruego:
el mar es traidor,decía mi abuela
nos da la vida pero también la muerte.
El último lunes
hice una nueva promesa con ofrenda:
Volveré hasta el fin de mis días
si mi ruego es concedido;
traeré, como ella, cintas de tafetán
para vestir el cuerpo del doliente,
yo misma bordaré con hilos de seda las palabras
que sueño pronunciar algún día:
'Gracias por devolverme su amor. Tu sierva eterna'.
Cuando emprendí el descenso
brillaba en el cielo la luna nueva
y una estrella fugaz desapareció en el mar.

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Amado NervoFederico García LorcaGabriela MistralGustavo Adolfo BécquerJorge Luis BorgesLuis de GóngoraMario BenedettiOctavio PazPablo NerudaRosalía de CastroSan Juan de la CruzSor Juana Inés de la Cruz