Temas Poetas

Genaro Ortega Gutiérrez

Poemas de Genaro Ortega Gutiérrez para leer.

Genaro Ortega Gutiérrez: El ojo del huracán

Gracias a la generosidad de la lluvia
has mesurado esta tarde
los extremos recónditos del jardín:
un fotograma en blanco y negro. Lentitud
que ennoblece la llanura del plano
y te convoca a la calidez
de otra historia, reduciéndolo todo
a su última pasión nefanda.
Como un amor adolescente
o un atentado terrorista,
en cuya gravitación se mueve, inexorable,
la palabra que conspira
-desalmada-,
puesta al servicio de unos dogmas
que buscan equivalencia
entre el espíritu y la forma,
entre el amanecer y el mar.
Quizás,
después de todo,
la verdadera poesía está
fuera del tiesto.

Poemas y poetas españoles

Genaro Ortega Gutiérrez: Paisaje para garganta y cuerda

No pegas ojo,
ni te internas en galerías
de lunáticos minotauros.
La vista reposa en los planos de color
como en los descansillos de una escalera,
y se reúne, con las demás flores en el patio,
fino igual que una puntada.
Son figuras de agua
que se devanan en superficies de azogue,
hermosas, resplandecientes,
como una gata en una covachuela.
Y al fin, la voz,
dejándose envolver en la ligereza de la luz,
herencia de párpados inicuos
y brumosas noticias de última hora.

Poemas y poetas españoles

Genaro Ortega Gutiérrez: Pálida pupila

Como continentes inexplorados,
transfigurados por la mirada,
los ojos visten, hasta el infinito,
la dialéctica desnuda
de la nostalgia.
Embates de deseo que a veces te acercan
al borde de la sima,
a esa pulpa iluminada donde resucitan
los temblores más inverosímiles.
Huecos solemnes,
jardines destartalados,
edificios aquejados de abandono.
Y Joyce, Kafka, Faulkner,
agazapados fantasmas
por la nave deleitosa del patio,
tímidos
arquetipos trágicos que denotan una mentira
profunda.

Poemas y poetas españoles

Genaro Ortega Gutiérrez: Paradigma de las patas de gallo

Lo fácil es establecer comparaciones
con el emboscado silencio.
El silencio
no es cosa de esquivar en los labios,
como ríos que vienen de la cima del mundo.
Lo fácil es abandonarse
a ese instante, mortal
en el templo de la carne,
que te acaricia con sus párpados
y te crucifica con su cereal hermoso.
Lo eficaz
es acompasarte al movimiento circular,
y aferrar con las dos manos el timón
donde todos los ecos
deberán florecer definitivamente.
Lo malo es haber venido a nacer
en esta oscuridad luminosa,
apéndice de lujo
de tardes fingidas en el agua,
secreta,
según confirman los cien espejos vueltos
de la casa.

Poemas y poetas españoles

Genaro Ortega Gutiérrez: Pausa en la zona de peaje

Reeducas la mirada y te aproximas
a lo que significan
los reflejos del sol sobre el trapecio.
Mirada
de testigo directo,
que no se atreve a recortar una realidad
deliberadamente contenida en las llamas de marzo,
su inclinación revolucionaria.
(Se apoyan unas en otras:
se convierten en una especie de voladuras
que contribuyen a intensificar la atmósfera,
sus interioridades).
Sobre el humus del último bosque hay
ojos que aguardan ser olvidados.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Genaro Ortega Gutiérrez: Pie primitivo

Vuelves, más que nada,
para continuar, inexorable, esta cabalgata
de silencio y polvo,
de memoria y laberinto.
Ciclos donde el tiempo
corre en sentido contrario
y las manecillas del reloj son la lógica invención
de un sueño sin ataduras.
Incluso podrías convencer
al solitario mojón de las ventajas que depara resbalar
por la sensualidad de la lluvia
y el erotismo amarillo de los fuegos estivales.
Regresas, sobre todo,
obedeciendo a un fuerte impulso de conciencia,
consiguiendo, eso sí,
salir al mundo con una alacridad magnífica,
de gaviota contemplativa
del azul.

Poemas y poetas españoles

Genaro Ortega Gutiérrez: Puntapié

Todos los indicios advierten
que la que se nos echa encima será
una tormenta terrible, resplandeciente;
una vedija de frío sin carmenar,
una cicatriz de gozo,
una red para las redes.
Sólo cuando no es posible acogerse
al sentido práctico de las flores, el aroma
declara su estirpe, y la metáfora
rellena el vacío que la lluvia ha dejado
entre las hojas.
¿De dónde quitas
y adónde pones?.
Quisieras considerar en esa perspectiva
tus camisas tendidas, su estruendo
de sonrisa blanca,
de árbol milenario, casi,
dispuesto a persuadir imágenes,
palabras,
que te unan al objeto del entusiasmo.
Tal vez, antes de tiempo,
un soplo artístico te acerque al sótano,
cloaca o cárcel
donde tienen origen los fuegos de primavera.

Poemas y poetas españoles

Genaro Ortega Gutiérrez: Redención de la lengua

La rosa es real;
la rosa es el mismo ser de la sombra,
pues lo duradero es fondo,
y ese fondo que recogen los labios
es la memoria,
la figura,
las cicatrices de la rosa.
Ella
no se agota en la calidad de los vientos
que destrozan coronas: se alimenta,
insaciable, de la fragilidad que anida
en la hora augural de la nueva noche.
Y contempla.
Sobre todo, aguarda.
Porque si no, no tendría nombre
la presencia,
la distancia,
el susurro,
ni la gota que resbala por su cuello.

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Genaro Ortega Gutiérrez: Tirón de orejas

Poco a poco
has tenido que ceder a la tentación de los recuerdos,
a la tenue posibilidad de huir y revelarte
con alguna garantía de éxito.
Éxito
para sacudir el árbol veneciano
de la pasión que engendra la armonía,
la combinación nómada de las rosas,
la cristalización de una época;
en cierto modo,
un baile de palabras,
un juego de labios,
prácticamente nada.
Una suave y familiar hojarasca.
Un esfuerzo admirable y patético
que se resuelve en polvo.
Tú quisieras añadir a su argumento
unas gotas de láudano esportillado
y mantener siempre la misma posición
labrada en largas noches
de insomnio y cine.
(Al fin y al cabo,
los períodos azules
afloran mejor en septiembre).

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Genaro Ortega Gutiérrez: Tragando polvo

Instalado en vivencias «ex aequo»,
juras
y perjuras
no dejarte llevar por un entusiasmo
demasiado radical.
El descenso hacia los fondos del abismo arrastra
el hollín, el nácar y la blonda
de aquellos valores del pasado.
(La belleza olvidada en alguna estación).
Se sabe que el que anhela el olvido
se expone a convertir en norma
la euforia del fuego.
Y no es fácil
añadir algún resentimiento nuevo
contra el alba,
alguna utopía que excluya el parpadeo de los sueños
definitivamente rotos.
Se puede seguir fingiendo,
encerrado en el más estricto espacio pensionista.
Se pueden decir muchas cosas
para no dejar cabos sueltos.

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Genaro Ortega Gutiérrez: Vida íntima de la pleura

Obligados a abandonar
muchos sueños ya rotos para siempre,
con rotunda claridad,
velan los ojos.
Prácticamente
sólo se ha quedado la playa con un catálogo
de aves y castillos,
por el que la lluvia estaría
encantada de ofrecer una considerable recompensa.
Por lo más hondo de su descampado tímido,
de condición angelical,
extiende su cortina el sol,
que por momentos dobla meticulosa y efímera
eternidad.

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Genaro Ortega Gutiérrez: Vísceras sin sueño

Puestos a desmitificar
los elementos románticos que acompañaron
aquella pequeña historia,
deberías obligarte a vaciar de recuerdos
las calles sombreadas por la lluvia
y el cansancio.
Libre al fin
de la tarea harto fatigosa
de encajar perfectamente en los axiomas aprendidos,
sometido al número siete,
palpita muy cálido el corazón.

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