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Fernando Charry Lara

Poemas de Fernando Charry Lara para leer.

Pensamientos del amante: Poema de Fernando Charry Lara en español fácil de leer

A la poesía: Poema de Fernando Charry Lara en español fácil de leer

Fernando Charry Lara: Testimonio

Eran vísperas del crimen el empedrado,
la tarde,
el sol caído violentamente hacia el oeste,
cuando, desde balcón a la plaza,
vaías
negros jinetes cruzar.

Remotos, pálidos, silenciosos,
iban
en lento paso morado,
en procesión de monstruos fugitivos,
y su vacilación el sitio a donde
llevar duelo.

Cayendo crepúsculo a sus alrededor,
con pisadas secas,
con aturdimiento, entre el polvo,
podías creerles
sonámbulos que cruzaran con cuchillos
su sombra.

Los recuerdas, arroces de frío
y de noche, caer
sobre frágiles chozas
entregadas
como el desnudo de sus vírgenes,
quebrar cuerpos, manchar de sangre muros
y luego perderse,
tigres sin pesadillas,
tras el aullido del aire y los muertos.

En todo lugar la huella solitaria:
los harapos, el filo de sus dientes, la tiniebla.

Poemas y poetas colombianos

El verso llega de noche: Poema de Fernando Charry Lara en español fácil de leer

Fernando Charry Lara: Versos del anochecer

Cuando la nube del anochecer definitivamente se borra
oyes girar
leves árboles verdes por la espesura
de hojas que son lentas respiraciones amorosas.

El aire como vaga sucesión de montañas
que de noche confunden con su peso
tibias lámparas encendidas por no se sabe
qué mano dulce resbalada en la sombra.

Cuando a solas el anochecer te cerca
amor a la ventana de amante solitario
navega soñolienta la nube por la frente,
visos de luz, brisa, presencia insistente
que existe, ya sin cuerpo, desnuda en la memoria.

Cuando hacia el anochecer hubieras querido
en triste cansancio, ser otro,
ser una nueva imagen distinta de ti mismo,
volvería del tiempo pasado, su cielo,
la mariposa sonámbula que viva aletea
dentro del pecho, tuya, sin fin,
aunque en vano, callando, la destierres.

Poemas y poetas colombianos

Fernando Charry Lara: Viajero

La extrañeza del lugar aunque
lo imaginaba. Lo interminable del instante
y lo áspero. Un comedor vasto como el hastío,
Mas aquí, en reposo,
el mudo mantel, el atardecer
junto a la sombra
de los recuerdos en el rostro.
Obstinada la hora
le encierra, solitario, y al hermano
que llora bajo sus pensamientos.

Un sitio siempre ajeno como el amor, un lento salón
que a los fantasmas del viaje, en bandadas,
aparece de súbito con lámparas y memorias.
Conversaciones, alas, palabras apenas,
rumor en tomo. Una cucharada
a los labios con un remordimiento
y sobre la mesa, inmóvil, desconocida;
la silenciosa blancura de sus manos.

Quisiera despertar de entre los muertos
mientras la hora sórdidamente huye.

Lo piensa mientras a su alrededor
la mosca del sueño, el periódico,
el volumen ardiente de una falda,
no importa,
qué cuerpos o miradas, la tenaz
ola de melancolía también
les llega,
y en procesiones nocturnas
los huéspedes no duermen sino avanzan
con equipajes, entre espejos y blancos uniformes,
sonrientes, solos, sonámbulos,
por carrileras, a pie, enlunados,
al subterráneo final de los trenes sin nadie.

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