Poemas de Fanny Rubio para leer.
Por este bello frasco hoy soy capaz de
terminar tu historia. Míralo entroniza
do: sólo una de sus gotas marca el lí-
mite de tu perímetro sobre la sábana
e inspira el adjetivo justo del antiguo
deseo.
Debo reconocer que en otro tiempo sentí
hospitalidad donde hubo aroma. Pensé yo
que adoraba el gesto hidalgo, la soterra
da tecla, el paseo ilustre sobre un fla-
mante coche de alquiler y la llegada
de tu bondad legisladora (doble llave)
cual si viniera de celebrar sus Cortes
de Toledo. Mas no fue el hombre sino
su bálsamo lo que acotó la seductora
geografía. No fue la voz acariciante,
las ínsulas soñadas, el último dietéti-
co capricho -tu zona de poder- en mi
despensa lo que inundó de luz la tarde
pudorosa
sino el viento que ataba la prolongación
tenue de mi desasosiego. Ay, portero
de noche, dulce mío, te debo confesar
que fue la huella del perfume que se
extendió en tu cuerpo lo que yo amé
y él sólo fue partícipe y testigo de
la hermosa mentira.
Aunque pinceles amarillos
rodaron ya en la tierra sobre las bóvedas caídas,
mi pie protesta entre las sábanas.
No hay carros llameantes tras el desfile de carrozas
al sol de mediodía
sino un corcel empecinado y verde
que dispersa, cual viento, plumas de ave degollada
y el río del revés
que fue pleamar de toses
me coloca sus algas de peluca.
Luego, con las orillas despuentadas,
lograron recostarme
como una ausencia ecuestre que al fondo se buscase.
Todo el no ser echado sobre este omóplato bendito.