Poemas de Fa Claes para leer.
Hombre, hombre, ¿qué haces cuando sabes
que no puedes saber?
Universo o Rijmenam, la autoconciencia,
personalidad, el origen de la célula;
toma cualquier punto que
sirva de punto de partida,
toma Dios si hace falta.
Ningún punto es un 'iluminado' principio.
Digo: cada punto de partida
es un centro.
Estás en medio del desierto,
inmensamente dilatado,
no termina en ninguna parte, nadie
sabe la medida.
¿Un centro?
Por todas partes sin perspectiva,
distancia, lejanía, hasta el horizonte perceptible.
Detrás se hallan - ¿quién sabe? - otros conocimientos.
Nunca las tendremos:
Tokio, Nueva York, México,
Pekín, Calcuta, Rijmenam.
¿Y entonces?
¿Qué hacemos cuando sabemos
que nunca sabremos, nunca?
Como siempre. Continuamos
aquello en lo que estamos ocupados.
Comemos y bebemos, copulamos,
criamos niños,
codiciamos el dinero y el poder
y degollamos a aquel
que estorba el paso.
Cerca de la ventana en Rijmenam
contemplo el campo,
hasta el Mar del Norte
millares de años.
El agua alcanza océanos;
trazo una huella de navegación;
millares de años
alrededor del mundo.
Delante de mi ventana en Rijmenam
muchedumbres pasan,
mil millones los vencedores,
mil millones los mártires
aherrojados y esclavos;
millares, millares de años
alrededor del mundo.
Delante de mi ventana en Rijmenam
de la hierba brota la tumba
sobre años de espanto
y estoy mirando con los ojos fijos
y me pregunto.
Rijmenam, penumbra, noche.
Sosas, las noticias en la tele:
exterminación étnica en los Balcanes, en África, en Timor,
medio millón de muertos, cadáveres, calaveras.
En mi propio país un asesino violador de niños
y su mujer. ¡Venga ya! ¿Es verdad?
Noticia internacional: un futbolista
que acaba de jugar. ¿Quién
se lo imagina?
A continuación un reportaje sobre
deportación, gitanos, judíos,
holocausto. De pronto se te aprieta el gaznate;
mira, mientras son filmados,
los niños sonríen a la cámara
y una chica seductoramente guapa
entra en la cámara de gas.
¿Qué demonios estamos haciendo?
Conversamos por redes superpobladas,
apresurados y siempre demasiado tarde.
La creación, pienso, ¿ha empezado?
Dale marcha atrás, Dios, corrige, recomienza.
¿Quién me oye? ¿Quién en Auschwitz
escuchó la oración de millones?
Es Navidad 1996 en Rijmenam,
enviamos felicitaciones de año nuevo,
Creemos apenas en nuestra esperanza
y seguimos trabajando, muy mudos.
Poemas de NavidadPoemas y poetas belgas
Algún día hallaremos la fórmula
que nos indique la vastedad del universo
y la amplitud de nuestro corazón.
Algún día hallaremos la clave
en que ha sido compuesta la música
de las esferas y la encerraremos también
en nuestro corazón, levitados
canturreando satisfechos:
¡lo hemos conseguido!
Algún día hallaremos a Dios,
ya sabes, el Todo, a secas.
Sigo esperando para anotarlo
aquí en Rijmenam
con la fecha de mañana,
dentro de mil quintillones de años, hoy
con mi nombre y función, yo,
Fa Claes, notario del universo.
Por una vez quiero todos mis pensamientos juntos,
una vida entera, mil quintillones de ficheros,
que abarco de un vistazo.
Temo que me cubran por completo,
enano entre rascacielos
que se espesan sobre mi cabeza.
Entonces desde dentro se vuelven arena
y se derrumban, una loma como una pirámide,
y nadie nunca sabe ni qué ni por qué.
Por consiguiente da perfectamente igual.
En Rijmenam bajo un Himalaya de pensamientos
de mí mismo, hasta yo mismo no sé qué ni por qué.
¿Qué, si en otra parte es posible
de otra manera?
La pesadilla de mis sueños,
la jungla de mi odio y mi amor;
la selva de copular, tragar, matar.
Mi libertad; y en el centro yo,
recogiéndome a mí mismo
de trozos memoria, de deseo,
y, si es preciso, de invenciones
de las rayas de mi mano,
yo aquí en Rijmenam.
Y qué, si en otra parte es posible
de otra manera.
Poemas cortosPoemas y poetas belgas
¿Es eso la vida?
Empiezo con ella, cada día de nuevo.
Afilo mis cuchillos,
cargo revólver y fusil.
Y me digo a mí mismo: pobre cabeza,
venga, vamos a pasearnos un poco
al sol.
Él brillará por siglos.
Poemas cortosPoemas y poetas belgas
Cuando es de noche, expulso mis pensamientos,
mis sueños, y me duermo...
al alba me despierto otra persona.
Llegan al rato, llegan
uno por uno y los reconozco,
no los reconozco.
Tengo que arreglarlos. Los arreglo.
Se adaptan a mí o no,
y ocurre que entiendo.
Vuelvo a acogerlos, los animo
con una palabra, con un gesto
en mi orgulloso ojal, Rijmenam.
Mira, dicen, extraños, vueltos a casa,
de nuevo la flor de tu meditación,
nosotros, clavel del intelectual.
Procura, Dios Bueno, que existas:
procura que seas grande y bueno,
tan grande y bueno que puedas
ocuparte un poco de los hombres,
que puedas ocuparte un poco de mí,
mira, allá por abajo en Rijmenam;
recógeme de la dispersión de
pensamientos, sentimientos, instintos,
-tú sabes- de toda la psicología;
juntos recógenos todos de la diáspora,
la inexplicada confusión;
procura que domines el caos,
porque algo tan horroroso no puede jamás
estar procreado por un Dios.
Tantos siglos pasan en el mundo
y el hombre va paso a paso arrastrando los pies
por su historia,
una lucha incesante
contra miedo y fábula.
Se oyen vítores y triunfo
Esplendidísimo: 'vae victis',
¡mátalos!, no hay nadie
más poderoso que yo, Alejandro; que yo, Hitler;
matamos el miedo.
Se oye el convulsivo lloriqueo
de los creyentes
y la cobardía del sumo sacerdote y del papa,
ellos saben que su dios es imposible
y lo predican.
Y yo aquí, en Rijmenam.
Veo cómo pasa la primavera,
el verano. Siento mi otoño.
Acercándose, el miedo. La fábula, asumiéndose.
Pasando, arrastran mi historia arrastrando los pies.
Todo el proscenio fuera de Rijmenam,
por todas partes salpicones,
proyectil de flores taladradoras, luminosas,
sacacorchos hecho de estallido tras estallido,
cielo lleno de piel restallante,
salpicadura de sangre.
Bala, cohete, misil,
alto, más alto, altísimo,
a codazos y patadas encarna
estridentemente el cliché: combate es la vida.
En verdad, no sirve para nada.
Después se hace el silencio
en Rijmenam y todo el proscenio
se hunde en las tinieblas, el sol se quema,
el universo se encoge hacia el nuevo big bang
y nadie después, nadie sabrá
si alguna vez ha existido Rijmenam aquí,
o Tierra, o sistema solar, o galaxia.
Coge a uno de los siete de la mano
y llévalo a Blancanieves.
Tan pronto como concibe lo que ella
tiene escondido bajo sujetador y braguitas,
agarra la manzana y muerde.
Cuando viene el príncipe
y la besa, sus entrañas
se desgarran.
Los otros esperan en Rijmenam,
tienen su erección en la mano.
En su reseca manita apretada.