Poemas de Eugen Jebeleanu para leer.
Pude haber sido un árbol, bajo el cual
tú te habrías recostado cuando yo no te conocía,
habría hecho oscilar dulcemente una de mis ramas, casi al azar,
para besar tus ojos.
Habría sido quizás una hoja blanca,
sobre la cual te hubieses inclinado pensando en silencio
y yo habría besado, mientras tú dibujabas,
el mármol
de tu mano desnuda.
Hubiese podido ser un muro,
un muro
a la sombra del cual
estaría con otro, no conmigo...
Y yo con gran dolor
me hubiera derrumbado
ante tus ojos pálidos de espanto.
Versión de Pablo Neruda
Estoy contento y sin embargo sufro
de que viví mi amor como he vivido
y siento no haber sido siempre tuyo,
pero cerca de ti me transfiguro.
Como un niño que aplasta su rostro contra el vidrio
y está y no está en el mundo de los sueños,
cerca de ti yo estaba y no lo estaba
ansioso de decirte tantas cosas.
Porque viví mi vida como yo la he vivido,
qué desolado estoy y qué alegre me siento
del tiempo que transcurre cerca de ti más rápido,
del tiempo que sin ti se tragó la neblina...
Versión de Klaus Dieter Vervuert
Sueña en este instante la ciudad
sueños
nacidos del Dolor o
de la Alegría,
pues uno y
otra sueñan...
Serena,
la Alegría quisiera engendrar criaturas
que se le parezcan,
en tanto que el Dolor,
desfigurado por tantos suplicios,
quiere que nazcan
criaturas más bellas que su amargo rostro...
Versión de Manuel Serrano Pérez
Poemas cortosPoemas y poetas rumanos
-¿Dónde, dónde están?
-¿Quiénes?
-¿Dónde, dónde están?
-¿Quiénes? ¿Quiénes?
-¿Dónde están?
-¿Quiénes? ¿ Quiénes?
-Los hombres...
-No sé. Mira, copos de ceniza...
Han volado todos...
-¿Adónde, adónde?
-No sé. Construyamos el nido.
-¿Dónde,
dónde,
dónde,
dónde,
dónde?...
Versión de Manuel Serrano Pérez
Poemas cortosPoemas y poetas rumanos
No sé quién soy; todo se ha transformado
en mí. No sé quién soy y, sin embargo, existo.
Leve soy y pesada como una maldición,
y piedra soy y vida inacabada.
No juguéis conmigo, asesinos.
me escurro entre los dedos, estoy viva,
arrojadme al océano, es en vano:
en vuestra copa anido y soy lejía.
¡Huid! Que soy ceniza, entrar puedo
bajo la puerta cual sombra resbalada
y enlutar vuestro rostro en el sueño
y entregaros mi beso de lejía.
Versión de Manuel Serrano Pérez
¡Dejádme llorar, que ha muerto la Esperanza...
asesinada en pleno día, ahora...!
¡Traédme de las sombras el vestido más triste
y cubrid mi semblante con un inmenso velo de humo!
Quiso arropar a los pequeños. ¡Védla: desnuda, silenciosa,
asesinada ante nosotros bajo yertas ruinas...!
¡Traédme un mar hirviente de cicuta.
que apure y calme el asco de mi boca sombría!
¡Oh, mar! ¡Préstame tu armadura
para avanzar con ella hacia los asesinos, relumbrante,
y con millares de infernales olas escupirlos,
y -¡cobardes!- arrodillados ante la Esperanza muerta.
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Silencio. Calla el mar El horizonte calla. Desierto.
Los asesinos, en secreto, como gordos gusanos se retuercen,
la levantan de prisa, al ataúd la arrojan.
¡Pero ha volado ya desde sus manos el corazón de la Esperanza!
Versión de Manuel Serrano Pérez