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Enrique Gracia Trinidad

Enrique Gracia Trinidad

Poemas de Enrique Gracia Trinidad para leer.

Enrique Gracia Trinidad: Ahora en este encuentro

Cuando la fiesta del señor se acaba
y empieza la del siervo...
-quizá tan solo un niño sueña con el mar-
cuando ya desoladas las botellas ofrecen lo que no pudo
entrar en las frágiles copas...

Ahora es cuando entro en la partida, ahora
es cuando juego mi baza
y abro mi camisa.
Ahora,
cuando la noche vino a encamar al hombre del smoking
y la señora del collar y el traje supercaro
es una prostituta,
ahora que las acciones duermen en la banca
y el sereno es un búho taciturno.

Vedme bajar del humo de un cigarro o del perfume
de un frasco Made in France que se ha quedado
abierto en la consola.

Soy un nocturno pájaro sin sueño, me poso en el alero
de las torres, descubro vuestra noche,
hago de voceador, me infiltro en vuestro lecho
y voy dejando negras pesadillas en los párpados,
en los labios que alguna vez besaron,
que alguna vez besaron...
Desde las chimeneas sé lo que os ocurre,
desde los altos techos de técnica y lujuria
descubro a las parejas que se aman,
y a los que no saben qué van a comer cuando despierten.
Mi carcajada y mi llanto dibujan escalofríos
en todos los pijamas.

Pienso en mi amor dormido hace algún tiempo,
y en amplios butacones donde vivir no es ningún milagro.
Cuando viene la luz arrojo este cansancio
y enciendo un cigarrillo por el mundo.
Alguien me pide fuego y os puedo asegurar que no lo entiendo.

Poemas y poetas españoles

¿Qué diablos escribo yo en la agenda?: Poema de Enrique Gracia Trinidad en español fácil de leer

Enrique Gracia Trinidad: Dificultades

A Emilio Porta

Lo más difícil es que el corazón
recorra su distancia sin heridas,
que el tiempo tenga besos suficientes
entre las páginas del libro que hace piedra la Historia.
Lo más difícil es
que las fotografías rocen sin abrasar
las horas degolladas,
acaricien sin daño
los encajes oscuros de las horas que fueron.
Lo más difícil es que la rutina sirva para tejer
una canción de cuna
que adormezca y abrigue los caballos sin alma del olvido.
Lo más difícil es que nuestros versos
rescaten hoy de nuevo la canción más oculta, sin sangrar,
sin hacer de la vida cotidiana un esperpento.
El resto es siempre fácil, sucede simplemente.

Poemas y poetas españoles

Freihafen: Poema de Enrique Gracia Trinidad en español fácil de leer

Enrique Gracia Trinidad: Igual, igual

Como el insecto que ignora que lo es y se esfuerza por cumplir la tarea con su estirpe.

Como las puertas que no saben si fueron colocadas para entrar o salir. “Perded toda esperanza” “prohibido el paso”
o “entren sin llamar” y otras mentiras, pone siempre.

Como la tarde, ahíta de suspiros, que imita en el color a la mañana pero le es imposible reproducir su olor o su futuro.

Como el rompecabezas, todo temblor y miedo, que odia su última pieza cuando se le aproxima para dejarlo quieto e inservible.

Como la taza de café vacía, que llora con amargo recuerdo su aroma de suicida y el sabor de los labios.

No sé si así es la vida
pero el poema se parece mucho.

Poemas y poetas españoles

Mercado de las ventas: Poema de Enrique Gracia Trinidad en español fácil de leer

Enrique Gracia Trinidad: Una niña de azul con un plumier de pino

Ha muerto en Conde Duque
una niña de azul con un plumier de pino.
Es una vieja estúpida la noche de Madrid, una mueca sin dientes que recuesta su rictus de sonrisa en las aceras.
A lo lejos,
detrás de tanta fiebre de tejados,
hay un jardín con úlceras, con hambre, que golpea el perfume de café,
la tos de una muñeca
que se perdió en el fondo de la tarde. Jeringuilla de plástico y mentiras.

Me subo el cuello del abrigo,
no hay nada que decir, poco que hacer. Fatiga.
Pasa un ruido descalzo de autobuses
que dibuja la sangre para fotografías de turismo.
Cerca quizás, para qué buscar lejos, hay alguien que se gana la piel tostada y limpia
con el pálido labio
de esta niña sin horas que cambiaba sus sueños por un grito en el brazo.

Me detengo a buscar por los bolsillo cualquier cosa,
un poco de tabaco, calor para las uñas,
refugio contra el miedo,
y esas muchachas tímidas pasan corriendo como siempre,
novias tontas que han de llegar a casa sin mirar las paredes don-de todo se vende con rápida sonrisa.
Calle de la Princesa, veloz la luz, el aire, el agua que mañana llegará hasta la plaza.
Pero la niña azul no corre.

Poemas y poetas españoles

Enrique Gracia Trinidad: Nota VII- Algunos de los poetas se echaron a la calle

Algunos de los poetas se echaron a la calle, invadieron los parques y engañaron con versos y con pan a las palomas.
Se establecieron silenciosos en todas las esquinas, allí donde se acaban los oficios diarios y la melancolía
se apodera de las manos, del dorso de la mano sobre todo, del perfil de la boca.
Era muy fácil confundirlos con el escaparate de una papelería «liquidación por cambio de negocio», con la vieja casa
siempre en obras, de la que huye el corazón en cuanto puede, convertido en un mueble desgastado, en un espejo
ya irrecuperable para risa de niña, o en un par de zapatos que olvidaron correr antes del tiempo de la muerte.
Pasaban desmayados por un resto de luz, por la veta del mármol, bajo la marquesina dibujada sobre la que se refugiaron,
hartas de engaño y tristes, las palomas.
Siguieron en la calle hasta que el nuevo día los convirtió en un cierre de persiana.

Poemas y poetas españoles

Enrique Gracia Trinidad: Como el olvido

«Fui donde el Ángel y le dije que me diera el librito.
Y me dice: Toma, devóralo; te amargará las entrañas,
pero en tu boca será dulce como la miel-.» (10.9)

Como el olvido,
como las lágrimas y el sueño
que ya no se recuerda.
Así de amargo
el libro y cuanto en él se escribe
con la sangre.
Igual de amargo que este tiempo
que pasa como un trueno sobre el mar
y la tierra,
sobre la espalda de los hombres.
Como el dolor que no entendemos,
como el cansancio de la risa.
Igual que esta certeza que nos rompe
la voz y la cintura,
el recuerdo del barro,
la nostalgia de haber sido una lágrima fecunda.
Páginas vegetales que alimentan
las horas de la tarde,
cuando todas las cosas
ponen el corazón en cuarentena.
Letras amargas como el dorso
de una mano apoyada
sobre una puerta que cerró el recuerdo.

Pero en la boca,
dulce sospecha de esperanza,
pie que se acerca por la espalda
para dejar su beso sobre el cuello.
Dulce como la sombra
del verso que jamás escribiremos.

Poemas y poetas españoles

Enrique Gracia Trinidad: Te quiero

«Es una locura amar, a menos que se ame locamente»
Jean Ythier

Cuando alguien pronuncia esas palabras
todo se paraliza.
Los asuntos más graves adelgazan, las noticias se duermen
en los ordenadores,
las solemnes estatuas
bajan del pedestal, juegan al mus
y pierden compostura.
Algo queda en suspenso,
quizás la vida o cualquier cosa de mayor importancia.
Cuando alguien las pronuncia,
todo comienza a ser igual.
Y da lo mismo
que la Luna se olvide de mirarnos, que la cena esté fría,
que Dios no esté en su sitio y esto acabe
como el rosario de la aurora.
Da igual, para entendernos, que la lluvia de abril
ponga muecas de octubre,
que tengan más de un ojo el huracán,
el cíclope,
la perdiz de los trajes o el pirata del cuento.

Da igual que tú después te calles
y que yo no conteste.

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Enrique Gracia Trinidad: Razón de escribir

A Juan Van-Halen

Escribir para un tiempo
en el que no estaremos para nadie,
y en el más favorable de los casos
seremos una máscara de polvo
maquillando los libros de alguna estantería.

Escribir para un siglo, si es que llega,
menos oscuro y torpe que este siglo.
Dejar impresa la memoria:
papel, disquetes, vidrio, cerámica esmaltada,
ámbar, cuarzo o moléculas de gas.

Hacer que las palabras naveguen al futuro
como si fuesen barcos de papel
que sobrevivan hoy a su naufragio.

Escribir por si alguien, algún día,
tiene un dolor de corazón idéntico
o sufre una alegría semejante.

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Enrique Gracia Trinidad: Restos de almanaque

A Ana Fernández Mallo

La mitad de los días es resto de almanaque,
y el tiempo está cansado
de jugar con nosotros, con tu pelo de alcázar
que mis manos asedian,
con tus ojos de alquimia,
con el fuego robado
que se agita en la bolsa del ladrón
y reconforta el crimen, el amor o la vida.
Un fuego que la noche pretende sofocar
sin conseguirlo.

El tiempo está aburrido
de que no comprendamos su perfil de manzana,
de ver como enloquece nuestra sangre
en la cinta sin fin que recorremos,
en este laberinto de frutal resistencia
que gobierna la piel,
que hace al dolor ausencia de miradas o besos.

Pero llueve,
aunque la lluvia no lo borra todo
siempre llueve,
y se almacena un resto de cordura y palabras
en el penúltimo suburbio,
por las alcantarillas más profundas,
detrás de cada tarde con aceras o parques del oeste,
con paraguas oscuros
y luminosos ojos de autobús circular e infatigable.

Ya cerradas las páginas del libro
donde siempre se anotan los milagros,
escribimos en rojo
sobre la miserable cuadrícula del sueño:

La mitad de los días es resto de almanaque,
la otra mitad, amor que se quedó dormido.

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