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Enrique Díez-Canedo

Poemas de Enrique Díez-Canedo para leer.

Enrique Díez-Canedo: El desterrado

Todo lo llevas contigo,
tú, que nada tienes.
Lo que no te han de quitar
los reveses
porque es tuyo y sólo tuyo,
porque es íntimo y perenne,
y es raíz, es tallo, es hoja,
flor y fruto, aroma y jugo,
todo a la vez, para siempre.
No es recuerdo que subsiste
ni anhelo que permanece;
no es imagen que perdura,
ni ficción, ni sombra. En este
sentir tuyo y sólo tuyo,
nada se pierde:
lo pasado y lo abolido,
se halla, vivo y presente,
se hace materia en tu cuerpo,
carne en tu carne se vuelve,
carne de la carne tuya,
ser del ser que eres,
uno y todos entre tantos
que fueron, y son, y vienen,
hecho de patria y de ausencia,
tiempo eterno y hora breve,
de nativa desnudez
y adquiridos bienes.
De aquellos imperturbables
amaneceres
en que la luz de tu estancia
se adueñaba tenue
pintando vidrios y cuadros,
libros y muebles;
de aquellos días de afanes
o placeres,
de vacilación o estudio,
de tenso querer, de inerte
voluntad; de cuantos hilos
tu vida tejen,
no hay una urdimbre quebrada
ni un matiz más débil. ..
Nadie podrá desterrarte
de estos continentes
que son carne y tierra tuya:
don sin trueque,
conquista sin despojo,
prenda de vida sin muerte.
Nadie podrá desterrarte;
tierra fuiste, tierra fértil,
y serás tierra, y más tierra
cuando te entierren.
No desterrado, enterrado
serás tierra, polvo y germen.

Poemas y poetas españoles

Enrique Díez-Canedo: En el golf de Punta Carreta

(Montevideo)

Y un día entre los días ¿qué misteriosa mano
con un golpe certero
te arrojará, en deporte de trasmundo, a lo arcano
que te aguarda, oh pelota lanzada a tu agujero?

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Han venido los húngaros: Poema de Enrique Díez-Canedo en español fácil de leer

Enrique Díez-Canedo: Mar pagano

La voz del mar es un clamor de furia,
de paroxismo. En el temblor del agua,
con espasmos de amor y de lujuria,
tal vez un mito divinal se fragua.

Líquidas trallas baten los cantiles;
y es tan tremendo el ímpetu que azota
los peñascos austeros y seniles,
que su masa en esquirlas salta rota.

El sol es como un ascua. Es un glorioso
pastor; desde los cielos deslumbrantes,
guía un blanco rebaño milagroso
de magníficas olas espumantes.

Mar, ¿qué quieres? Acaso en esta ruda
contienda, en este rebramar sonoro,
va a surgir otra vez, blanca y desnuda,
de entre tus olas Afrodita de oro,

y esas torsiones ásperas, supremas,
son del nuevo prodigio las señales?
¿O quieres, de tu azul, fundir dos gemas
para sus claros ojos inmortales?

Poemas y poetas españoles

Enrique Díez-Canedo: Oración en el jardín

Yo me quiero morir como se muere
todos los años el jardín, y luego
renacer de igual modo que renace
todos los años el jardín. Se han ido
los pájaros; volaron, pero no tenían alas.
No me quiero morir como las hojas,
ni quiero ser el árbol de perenne
verdor adusto, ni el arbusto dócil
cortado en seto, sino el árbol libre,
desnudo atleta que en el suelo ahínca
las fuertes plantas y en el aire tuerce
los recios brazos; no el verdor eterno
sino la fronda renovada, el fruto
cuando el año lo envíe. Aquí me tienes,
Señor, desnudo como el árbol. Dame
tu bautismo de lluvias y tu crisma
de sol, y dame vestiduras nuevas,
inmaculadas. El jardín de invierno
callado está: mi corazón callado.
Habla tú; luego, vísteme de hojas.
Algo de tus palabras, al moverse,
repetirán, como inspiradas lenguas.

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