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Emilio Carrere

Poemas de Emilio Carrere para leer.

Sobre el poeta Emilio Carrere [occultar]

El poeta bohemio que cantó al Madrid nocturno

Vida y contexto histórico

Emilio Carrere (1881-1947) fue una figura clave de la bohemia literaria madrileña en las primeras décadas del siglo XX. Nacido en una familia humilde, su vida estuvo marcada por la lucha económica y su fascinación por los ambientes marginales. Se le asoció con el Modernismo tardío y el Postromanticismo, aunque su estilo evolucionó hacia tonos más oscuros y decadentistas.

Obras más destacadas

Entre sus poemarios más celebrados se encuentran:
  • "La copa de Verlaine" (1909): Homenaje al poeta francés Paul Verlaine, mezclando elegancia modernista con melancolía.
  • "El caballero de la muerte" (1909): Explora temas como el amor, la fugacidad de la vida y lo macabro.
  • "Rosa de carne y ceniza" (1923): Refleja su etapa más personal, con versos cargados de desencanto y sensualidad.

Su poema "Nocturno de otoño" se considera un ícono de su visión lírica de Madrid, retratando calles solitarias y faroles amortiguados.

Estilo y legado

Carrere cultivó un lenguaje musical y evocador, con predilección por:

  • Imágenes crepusculares y nocturnas.
  • Motivos como la muerte, el vino y el amor efímero.
  • Versos de ritmo marcado, cercanos a la canción popular.

Aunque menos conocido que otros contemporáneos, su obra influyó en poetas posteriores que exploraron la estética bohemia. Su figura fue rescatada en estudios recientes sobre la literatura marginal española.

Curiosidades

  1. Apodo: Sus amigos lo llamaban "El Mago" por su afición al esoterismo y las tertulias en cafés como "El Gato Negro".
  2. Cine: Escribió guiones para películas mudas, aunque la mayoría se han perdido.
  3. Mecenas: Vivió un tiempo en casa del pintor Julio Romero de Torres, quien ilustró algunos de sus libros.

Emilio Carrere: El romance de la princesa muerta

Los faroles de Palacio ya no quieren alumbrar
y solo luce la luna como un cirio funeral.

Solo la luna lucía
y en el triste jardín real
una fontana plañía
su elegía de cristal:
-¡Oh Mercedes, lirio, estrella,
que en mi espejo se miró:
la Muerte la vio tan bella
y en los ojos la besó!
Solo estaban encendidas
las luces del funeral;
los faroles, como vidas,
apagó un viento mortal.

"Los faroles de Palacio ya no quieren alumbrar,
porque se ha muerto Mercedes y luto quieren guardar."

"Su carita era virgen: sus manitas de marfil
las cruzó la Dama Pálida, que ha pasado por aquí",
clamaba un ave agorera
viendo a la sombra venir.
Ya su carita de cera
se ve en la caja dormir.
Manos de virtudes llenas,
en cuyo albor marfileño
dibujaban las finas venas
una flor azul de ensueño.
¡Tristes pupilas vidriadas!
¡Muertas manos de marfil!
¡Con qué pena en sus tonadas
llora el romance infantil!...

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