Temas Poetas

Delfina Acosta

Delfina Acosta

Asunción: 1956-

Poemas de Delfina Acosta para leer.

Delfina Acosta: Dientes

Estrella que es error, yo soy los dientes,
y solamente dientes, no la boca
que yerra, miente, injuria, a Dios calumnia,
y cuando su áspid guarda queda roja.
Ay, pobres bocas, lenguas enredadas
con las malas palabras que hablan solas.
Yo soy los dientes que castañetean
cuando filosos muerden a las rocas.
La bocas son carmín que en la intemperie
pierden su fuego; en su lugar, las rosas
en las muy frías noches, de sus frentes
dejan caer sobre el amor sus gotas.
Soy como Hefesto, dios que cojo y feo,
pelea doy, mas llama que se llora,
no sé qué frase mágica invocara
para una vez besarte oscura boca.

Poemas y poetas paraguayos

Delfina Acosta: No se lo digas

No se lo muestres nunca a nadie,
ni se lo digas
a tu mejor amigo
haciéndole jurar con muchas copas
que nunca contará.
Escucha:
ya maduró la luz
en la primera fruta del parral
y quiero que te asombres.
Ni siquiera
te nombro,
y sin embargo,
sus versos que poseen el color de mis venas
te cuentan
a través de los vientos y del agua
que a ti me lleva el blanco
de la virginidad
que te debí en las noches consteladas,
el verde de las hojas de tu pueblo
donde fueron a misa los vestidos,
y el rosado prudente
de la amante que finge
ser la esposa en la fiesta.

Poemas y poetas paraguayos

Delfina Acosta: Dios que es Él

Él hizo mi mirada distraída,
la llamarada añil de tu silencio,
las seis en punto y el adiós más mustio
frente a las olas rubias de aquel puerto.
Él hizo las primeras golondrinas,
el frío de esa tarde y aquel miedo
de que llegaras tarde o no llegaras
cuando era una muchacha más del viento.

Mi alma llena de gorriones mudos
Él hizo, y la hojarasca del infierno.
También los pasos lejos de mi vida,
y el rayo de este absurdo pensamiento.

Yo escribo un verso torpe y distraído,
que sucio, desvestido, perro fiel,
es mi hijo amado, padre y madre míos,
mientras la noche ladra contra Él.

Poemas y poetas paraguayos

Delfina Acosta: Discúlpame

Discúlpame, si puedes, por mis versos,
Neruda, de mil sábanas poeta,
pues yo no sé escribir cantando al agua,
a aquel frescor primero de la hierba,
igual que tú, en tu Chile de araucarias.
Yo sólo sé escribir palabras quietas
en este pueblo donde todo muere
volviéndose en las manos simple piedra.
Sucede, sin embargo, algunas veces,
que el corazón procura alguna fiesta,
y salgo a andar, alegre y bien vestida,
por el camino y luego estoy de vuelta.
Me ocurre que me río, que mi risa,
igual al llanto mío desespera.
De mi costado izquierdo sale un verso
apasionado y triste que gotea.
Ah... si entonara como tú, Neruda;
si alzara por los vientos los poemas
mejores de mi vida en dulce nota.
Si el verso hablara a Dios sin una queja.
Sollozo sin su madre, fuego triste.
jardín quemado que no dio violeta,
invierno sin cerilla, espectro frío
es todo lo que tengo por cosecha.

Poemas y poetas paraguayos

Delfina Acosta: Dos hijos

Déjame que te cuente las palabras.
Somos los hijos de los rojos versos
que vuelan cuando está la noche encima.
Qué pálidos amantes, pues nos vemos
sólo a través de los rocíos fríos
que salen a morir por un momento.
Está la hoguera presta. Y ya la sangre
de la poesía corre por los huecos
de nuestras manos blancas y apretadas
contra las piedras y los malos vientos.

Yo vengo desde el fondo de tus letras
para que en mí te veas. Y te muerdo,
amante, cada día con dulzura.

Porque imposible es todo yo te quiero.

Ya escribes en mi alma los poemas
con que me abrazas desde tu silencio,
me sueltas y me vuelves a abrazar.

¿Escuchas cómo va pasando el cielo?

Poemas y poetas paraguayos

Delfina Acosta: Enemigo

Mi peor enemigo, tú que me amas
como una ciega lluvia que al caer
escampa, arrecia, escampa. Mi enemigo,
yo te corono amante, pueblo y rey.
Con una hiedra mis cabellos atas
y sabes del lunar que es mi clavel.
Cuando el jazmín de su rocío cuelga
y huele a flor pisada antes de ayer,
con la ronda impaciente de tus pasos
bajo tu sombra vengo a florecer.
Si no te amara, nunca te odiaría.
No te vaya, enemigo, yo a perder.
¿Quién me perdonará? ¿Por quién mis versos
caerán de mi tristeza en el papel?
Tú, mi enemigo. Yo, enemiga tuya.
La muerte no helará nuestro querer.

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Delfina Acosta: Espejos

En los espejos encontré espejos de mi rostro, el que ha sido el recuerdo de otros rostros pálidos, dichosos, borrados día a día por el tiempo. Delfina es el nombre de los vanos cristales donde se detuvo el beso que a mi propia boca di una noche. Son sueños solamente mis reflejos y toda imagen mía es un engaño. No sé si existo. Grito soy del viento que sopla entre las hojas otoñales y luego se hace lívido silencio. Delfina es también la misma nada. Renazco, a veces, con la voz del fuego que se alza con las llamas rojas, altas, de todo cuanto soy: mis propios versos.

Delfina Acosta: Estatua en la Plaza Verde

Te esperaría. Yo sería, amado,
la primera en llegar hasta la vía,
y la última en volver, con un paraguas,
de la estación del tren que te traería.
Iré hasta el mar como la lluvia, a veces,
y pasaré del mar a la otra cita,
en el muelle del puerto, frente al río.
Seré la gris silueta que tirita.
Inmensamente sola como novia
saldré a buscarte y volveré tardía.
Del balcón a la plaza partiré.
Seré una estatua de melancolía.
Y a la hora puntual de nuestras muertes,
si llegara primera a nuestra cita,
te estaré ya aguardando para darte
mi amor en una blanca margherita.

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Delfina Acosta: Fantasmas

Fantasmas de la noche, niñas tristes
que escriben con las luces apagadas.
Dragones del infierno las vigilan
y en un castillo mueren encerradas.

Sus nombres se pronuncian como lirios.

Las miro cada tarde atareadas
buscando el verso de hoja gris que diga
aquel dolor de mar que no se acaba.
Y un duelo, un no sé qué lejano, inmenso,
como una horca entonces cierra mi alma.
Mis niñas, la costumbre de buscar
angustias como agujas mal se paga.
Si hubieran hecho caso a sus madrastras.
¡Si no hubieran salido de sus casas!
Sus senos se deshojarán. Tan sólo
el frío irá a crecer en sus entrañas.

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Delfina Acosta: La gacela enamorada

A mi cazador

Soy la gacela enamorada ¡Dios!
de mi nocturno cazador que viene
al bosque con las ansias de mis astas,
mis ancas, mis rodillas y mis hombros.
Si están los cielos vistos, si los astros
asoman su hermosura de universo,
si el cierzo va soltando ya a las aves
y mi nocturno cazador no llega,
los ojos se me vuelven aguas mustias.
Yo advierto aquella fuerza de su lanza,
su afán sin pausa alguna de mi carne,
su prisa por volcarme sobre el suelo,
por malherir mi vientre y voy a prisa
a aquel encuentro con mi propia suerte.
Me ofrezco a su lanzazo. Yo le pido
que me abra entera a la caliente muerte.

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Delfina Acosta: Golondrinas

Amado, desenrédame las trenzas.
Escucha a las reidoras golondrinas
que pueblan mis susurros confesarte
mi amor donde gotea la llovizna.
En esta tarde con olor a mar
tú tocas a mi puerta. El lobo avisa
su amor voraz. A mi casona llegas
y bebes de mi boca bien servida.
¿Escuchas? ¿Son las olas o los árboles?
¿Ves las gaviotas vueltas dando al día?
Mis dedos te recorren pues se atreven.

De golpe todo el cielo. Por las vías
de un tren nocturno que a los astros parte,
yo voy tras una estrella, si me miras.

Amado desenrédame las trenzas
y cúbreme los senos con tu vida.

Poemas y poetas paraguayos

Delfina Acosta: Los goznes de los versos

Los goznes de los versos han cedido
al golpe de tu puño en carne viva.
"No debe ser así; la rosa enferma,
la ronca voz de la melancolía
primero están", dijeron los poetas
de ayer que cabalgaban tras la brisa,
y condenaron luego tus palabras
a las que dieron fuego por malditas.
Y yo no sé . El hecho es que me gusta
el guiño siempre azul de la poesía
de los antiguos vates y también
la lengua vivaracha de tu rima.
¿Qué puedo yo decirte? Sé tan sólo
que recogiste el mundo en la medida
de un verso que unas veces fue un escándalo
y a ratos una vieja maravilla.
Neruda, porque fuiste de tu pueblo,
y te llevaste a cuestas infinitas,
pesadas cargas de sudor ajeno
en los barrosos muelles o en las minas,
nos queda de tu canto aquel trabajo
del hombre y su mirada sorprendida
a un metro de distancia de su cielo
buscando diariamente una alegría.

Poemas y poetas paraguayos

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