Temas Poetas

Carlos Murciano

Poemas de Carlos Murciano para leer.

Carlos Murciano: Baladilla del posadero de Belén

Tan cerca como le tuve
y dejé que se me fuera.
Malhaya la posadera.

Y eso que les vi la luz
nimbando sus sienes, pero...
Malahaya sea el posadero.

Malhaya la posadera
que me dijera que no
abriera. Malhaya yo.

Malahaya yo que les vi
la luz y no les retuve.
Tan cerca como le tuve.

Y ahora tan lejos, temblando
sobre el heno y la retama.
Malhaya mi blanda cama.

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Carlos Murciano: Las blancas para ti luego tú sales

Donde el poeta juega ajedrez con su amada y cuenta cómo pierde la partida

Las blancas para ti -luego tú sales-
y para mí las negras. Lo sabía.
Palabra, amor, palabra que tenía
negras la consonantes y vocales.

Hay un poco de luna en los cristales
y otro poco de luna en mi alegría...
Volveré al juego amor... Me distraía
y no sentí tus tiros verticales.

Alfil que ataca, torre que se entrega.
Caballo blanco... ( ¿Whisky? ) ¡No te digo
que no está mi horno, amor, para el combate!

Reina que avanza, Rey que se doblega...
Y de pronto me miras -dudo, ¿sigo?-
recto hacia el corazón... Y jaque mate.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: Si en brumas me hablas, callo y no te digo

Si en brumas me hablas, callo y no te digo
que en bruma no comprendo tu llamada,
ni conozco tu voz, ni la delgada
gracia de la cintura te persigo.

Si en bruma me acaricias, sumo y sigo:
caricia, más amor, más bruma: nada;
ni pájaro sangrando en enramada,
ni amapola trinando sobre trigo.

A veces va la bruma y nos rodea
y nos viste de gris y nos diluye
náufragos de su pálida marea;

la bruma que derriba y que destruye,
que a sí misma se crea y se recrea
y luego como helada cierva huye.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: En la casa

Iba abriendo las últimas estancias.
Nada turbaba el polvo gris del suelo.
Triste la luz, sobre los altos muros,
acuchillaba el tiempo.

Nadie pisaba. Nadie turbia. (¿Nadie
pisaba las orillas del silencio?)
En el cristal, sangrando, rebotaba
un pájaro de hielo.

Iba desempolvando los rincones.
«Ahora es verdad. Ahora. Esto fue un beso
dulce, aquello una palabra... ¡Oh, Dios!,
¿y esto? »

Se tocaba las manos. No sabía.
Acariciaba, roto, un pedazo de sueño.
¿Qué es...? ¿Qué es...? Temblaba. Torpe, había
olvidado el recuerdo.

«Aquí hubo alguien. Yo lo sé. Aquí
vivía alguien. ¿Quién, ¡oh Dios! , quién...?» Luego
lloró sobre las losas. ..Se buscaba
él mismo sin saberlo.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: Dios encontrado

Dios está aquí, sobre esta mesa mía
tan revuelta de sueños y papeles;
en esta vieja, azul fotografía
de Grindelwald cuajada de claveles.

Dios está aquí. O allí: sobre la alfombra,
en el hueco sencillo de la almohada;
y lo grande es que apenas si me asombra
mirarlo compartir mi madrugada.

Doy a la luz y Dios se enciende; toco
la silla y todo a Dios; mi diccionario
se abre de golpe en «Dios»; si callo un poco
oigo jugar a Dios en el armario.

Abro la puerta y entra Dios -¡si estaba
ya dentro...!-; cierro, y sale, mas se queda;
voy a lavar mi cara y Dios se lava
también y el agua vuélvese de seda.

Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,
lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,
ni me sorprendo ni me maravillo
de verlo tan enorme y tan pequeño.

Me lo dobla el cristal, me lo devuelve
hecho yo mismo -Dios, perdón- su frío
y no acierto a explicarme por qué envuelve
su cuerpo en este pobre traje mío.

Hoy he encontrado a Dios en esta estancia
alta y antigua en donde vivo. Hacía
por salvar, escribiendo, la distancia
y se me desbordó en lo que escribía.

Y aquí sigue: tan cerca que me quemo,
que me mojo las manos con su espuma;
tan cerca, que termino, porque temo
estarle haciendo daño con la pluma.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: Dios te salve, ternura

Donde el poeta compone, de otras muchas, una oración por la amada y el hijo que esperan

Dios te salve, ternura, que ahora me llevas a la
derecha de mi vida; adonde ella me crece,
ala mía derecha, ala de lo que tuve
o bien pude tener de ángel celeste o niño.
Dios te salve, muchacha que ya tengo por mía,
que en esto que me suena del lado izquierdo -¿ala
segunda, roja, fuerte, poderosa?- me anidas.
Dios te salve, Dios mismo, y Dios me salve el verso,
la oración que de escombros de oraciones levanto:
Padre nuestro que estás en los suelos del hombre.
hoy te pido por ella, porque es niña y no puede;
dulce Santa María, madre de Dios y nuestra,
hoy te pido por ella, porque es niña y no sabe;
vírgenes que por vírgenes alcanzasteis lo eterno.
bendecid este fruto primero de su vientre;
mártires cuya carne el amor desgarrara,
conservadme la suya de gacela temblando;
ángeles, serafines, levísimos arcángeles;
prestadle vuestro peso para que no se venga.
En el nombre del hijo que alberga, preservadla;
el nombre del hijo derramad la alegría.
Y si algo pudo haceros que merezca castigo
-y perdonad si dudo que tan niña pudiera-,
en el nombre del padre descargad vuestra furia,
en el nombre del padre -ya sabéis cuál es: Carlos
descargad vuestro justo latigazo de ira.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: Donde el poeta comparte su lecho por vez primera

Guardo la primavera
bajo mi blanca sábana.
Toco sus manos niñas,
su cintura perfecta,
sus senos como claras
palomas asustándose,
rozo sus hombros tersos,
redondos como frutos
y pronuncio en su boca
mi beso más liviano.

Guardo la primavera:
tengo el amor crecido,
tengo el amor creciendo
como luna en mi cuarto.

Decid, los amadores,
si cuando abril se cuelga
de las acacias vírgenes
hubiera algo más bello
que poseer sus brazos.
Pues yo los tengo ahora
conmigo, floreciéndose,
poblándose de pájaros
pequeños y piantes.
Decid, los amadores...
Mas no digáis, callad.
Callad, que hoy tengo el sueño
ligero y compartido
y no me atrevo ni
a despertar, no vaya
a ser que sólo sea
un sueño tanta dicha.

Afuera queda el mundo,
las estrellas rodando,
y el viento azul y leve
con que Dios se corona.
Pero la primavera
la tengo aquí, conmigo.
Callad. No levantéis
rumor. que yo, por vez
primera, en esta noche
con una rosa duermo.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: Donde el poeta termina venciéndose a su amada

La soledad, mi mala consejera,
vuelve otra vez a hablarme en el oído:
Para habitar la bruma o el olvido
basta morirse de cualquier manera.

Lo mismo da morirse en primavera
de una corazonada, que mordido
por los perros del hambre, que aterido
en un invierno pálido y cualquiera.

La verdad es que igual me da sentirme
de silencio la voz, el pie de roca,
yerto para escaparme o evadirme.

Máteme a mí la muerte que me toca.
A mí tanto me da de qué morirme.
Pero es mejor morirme de tu boca.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: Este claro silencio

Este claro silencio. Y este gozo.
Y este rumor de noche. Y esta pena.
Y esta destrozadísima cadena
que te desencadena el alborozo.

Y este muro infinito. Y este trozo
de soledad. y este montón de arena.
Y esta voz que te absuelve y te condena.
Y esta sed sin principio. Y este pozo.

Acércate al brocal, bebe sin miedo
y camina después hacia ese ruedo
sin barreras, sin toro y sin testigos.

Yo te bendigo, te bendigo. Anda.
Echa ya a andar, que la esperanza manda
y sangra la amapola entre los trigos.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: Hablando claro

Las cosas claras, Dios, las cosas claras.
¿Acaso te pedí que me nacieras,
que de dos voluntades verdaderas,
de barro y llanto, Dios, me levantaras?

¿Acaso te pedí que me dejaras
en mitad de la calle -en las aceras
se apiñaba la vida- y que te fueras:
y que con tu desdén me atropellaras?

Palabra que no sé por lo que peco.
Palabra que procuro, mas en vano,
llenar tu hueco, rellenar mi hueco.

Pero soy nada más Carlos murciano.
Ni hombre ni nada, Dios, solo un muñeco
que se mueve en la palma de tu mano.

Poemas y poetas españoles

Carlos Murciano: Hoy has venido a compartir

Hoy has venido a compartir
mi soledad de estar contigo.
Partiste el pan, tomaste un sorbo
de vino nuevo, te llevaste
hasta los labios la manzana
y allí quedó tu mordedura,
la viva huella de tu sed.
Luego anduvimos de la mano
por los pasillos silenciosos,
como dos sombras o dos niños
desamparados de estar juntos,
ciegos de tanto conocer.
Por ti la casa fue poblándose
de luces altas, de rumores
en desolvido, de aleteos
de golondrinas zurcidoras
de tanto tiempo desgarrado,
de ese violín que un claro día
te hizo llorar, poner en punto
la aguja fiel del corazón.
Y cuando todo parecía
tan al alcance de la mano,
cuando estar cerca o estar lejos
eran la misma simple cosa
y la ventana se entreabría
para que huyese hasta su cielo
la soledad, el viento malo
de estar sin ti cerró de golpe
y todo fue desconocerte,
recuperar tu larga ausencia,
doblar silencios y penumbras
y contemplar en los espejos
tu larga lluvia de no ser.

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Carlos Murciano: Llegaron juntas a la pena mía

Donde el poeta habla a la amada por vez primera de sus dos hijas

Llegaron juntas a la pena mía
como desde tu vientre hasta la cuna.
Te quise mucho en el dolor. Alguna
vez te podré decir lo que sentía.

Llegaron juntas hasta mi alegría
cuando crecía en soledad la luna
y otoño vareaba la aceituna
en los olivos de mi Andalucía.

Hubo una vez en ti tres corazones.
Mas como me los distes, no dispones
más que del mío en sombra y no te vale.

O sí te vale. Mírale la llama.
Bendita sea, Dios, la doble rama
que al tronco del amor más puro sale.

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