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Carlos López Narváez

Carlos López Narváez

Poemas de Carlos López Narváez para leer.

Carlos López Narváez: Adoración

Una flor no ha traído jamás la primavera
digna de la embrujada noche de tu cabello
y que en blanda agonía, cercana de tu cuello
bajo el tibio perfume de tu aliento muriera.

Ni seda se ha tejido por mágica hilandera,
ni tul, ni encaje dignos de velar el destello
de tus brazos, tus hombros, tu flanco donde el sello
de su gracia dejaron la diosa y la quimera.

Aún no fue tallada la copa diamantina
que de la vid colmada con la sangre divina
merezca de tus labios la sapiente dulzura.

No hay plumas ni vellones, damascos ni tapices
dignos de que en su felpa desnuda te deslices;
ni sé qué amor exista digno de tu hermosura.

Poemas y poetas colombianos

Carlos López Narváez: Almena

La tarde como valle macilento
y en ella tú la sonrosada nube;
bruma este amor calladamente sube
del claro río de mi pensamiento.

A tus manos desciende el firmamento
y de tus venas el color asume,
y se duermen la zarza y el perfume
de tu sonrisa al tenue movimiento.

¡Oh la clara dulzura de mirarte
callada sonreir, Dama cautiva,
impasible en su diáfano baluarte!

¡Oh la caricia inmóvil que furtiva
ondea como cándido estandarte
de tu esplendor sobre la almena viva.

Poemas y poetas colombianos

Carlos López Narváez: En azul

Azul como el delirio, azul como la hora
en que cruza tu sombra mi fiebre desvelada;
azul como el más bello cuento de Scherezada,
azul como la noche de una leyenda mora.

Azul como la llama convulsa que devora
la mirra alucinante de la orgía sagrada,
parece que de todo lo azul fuese formada
la veste que te ciñe sensual y triunfadora.

De cálidas neblinas irrigan un paisaje
fugaz y caprichoso los visos de tu traje;
el aire entre sus pliegues tornasola suspiros ...

Y bajo la tormenta que aviva el sortilegio,
tu cuerpo resplandece, desnudo, lácteo, egregio,
prisionero en un móvil palacio de zafiros.

Poemas y poetas colombianos

Carlos López Narváez: La canción secreta

-¿En qué fondo de sueño vi tu gloria ?
-¿A qué prodigio tu poder me encumbra,
oh mansión ilusoria,
alto amor que traspasas la memoria,
llama sin leño, sol de mi penumbra?

Sin saber en qué ayer, en qué ribera,
en qué antro, en qué valle o en qué nube
se abrió tu primavera;
sin descubrir jamás dónde te hube,
alto amor, claro amor, haz que yo muera.

Cuando se rompa el plácido espejismo
y del instante la dorada venda
se desprenda al abismo;
cuando todo se fugue de mí mismo
y al insondable vórtice descienda,
un nombre, un rostro, le darán al mundo
la luz y el canto en plenitud secreta,
y encenderá tu corazón profundo,
¡oh cautivo errabundo!
la tarde entre sus manos de violeta.

Poemas y poetas colombianos

Carlos López Narváez: ¿A qué?

«Ya perdieron su arrullo los ocasos
y los abismos florecieron huesos».
Matilde Espinosa

A qué llevar hacia el azul los pasos;
a qué nombrar las cosas dulcemente,
si para la penumbra confidente
«ya perdieron su arrullo los ocasos».

A qué entreabrir los sitibundos besos;
a qué dejar la rosa en la ventana...
Bajó desde los cielos lumbre vana
«y los abismos florecieron huesos».

A qué mecer la tarde entre los brazos,
ni sentarse a la orilla de la fuente,
si en el sordo rugido del torrente
«ya perdieron su arrullo los ocasos».

Inútiles ya todos los regresos,
divaguen en la sombra nuestros pasos
«ya perdieron su arrullo los ocasos
y los abismos florecieron huesos».

Poemas y poetas colombianos

Carlos López Narváez: Diafanidad

Sereno el esplendor de nuestro júbilo
en la urdimbre de oros vesperales;
lino tus manos, sedas el murmullo
de la canción y la ternura errantes.

Callada melodía del coloquio...
Mi corazón, nostálgico velamen;
tu corazón, velero migratorio,
mecidos al arrullo del instante.

Y los deseos como rosas vagas,
y la caricia como una ave ciega,
dulcemente quedándose asomadas
a ti como al brocal de una cisterna.

Toda distante, toda en mí te llevo;
dora la bruma tu presencia cándida,
y sobre el césped de un azul silencio
la noche compasiva nos enlaza.

Poemas y poetas colombianos

Carlos López Narváez: Entre ti y el aire

La tarde a tu lado
era una pradera fantástica:
nacía la brisa en tu paso;
era el cielo tu inmensa mirada;
arrebol tu boca franjado de blanco,
y era un césped azul tu palabra.

Entre ti y el aire
mi amor era un manto.
Te llevaba en su urna diamante
mi sueño más cándido;
los inmóviles besos rozaban
apenas tu sien y tus manos.

Sumisa la sangre,
oculta en sus ánforas,
tersa, leve, radiante
reflejaba sólo tu sonrisa plácida,
o se hacía una rosa gigante
cuando te rozaba.

A tu vera, todo,
silenciosamente, tornábase alma.

Ahora la tarde sin brisa en tus pasos;
tu boca y tus ojos distantes;
de tu voz el arrullo, lejano;
ahora la tarde
se envuelve en la bruma que todo lo invade...

Y la sangre es bahía convulsa
si a lo lejos te mira pasar.

Tiéndeme tus manos,
rosas de las tardes
que no volverán.

Poemas y poetas colombianos

Carlos López Narváez: Estival II

Leilah: de tu esplendor rezuma un vino
que es en mis venas sosegado fuego
y arrobada embriaguez cuando te aspiro.

Leilah: con el estío de tu risa
se madura la mies de los deseos
para soñar tu cándida vendimia.

Leilah: cruzando mares de silencio
sobre la playa de tu voz marina
suspiran caracolas de desvelo.

Leilah, tus manos son la tibia rada
donde mecen -veleros despojados-
la ternura y el sueño su nostalgia.

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Carlos López Narváez: Fanal

Roja dulzura, flor de miel y fuego,
sapiencia al rojo-blanco de tu boca;
lámpara alimentada con la loca
combustión de mi sangre y de tu ruego.

Fulva ensenada a cuyo fondo ciego
se lanza nuestro ser desde la roca
del sueño trunco... porque en vano invoca
piedad celeste o terrenal sosiego.

Cuando en la sombra pasional tu blanco
desnudo cuerpo fosforezca al roce
de mi beso -cantárida en tu flanco-

darás, ardida del fragor nocturno,
a la pradera lívida del goce
tu fulgor de maléfico Saturno.

Poemas y poetas colombianos

Carlos López Narváez: Forma cándida

Mi pensamiento es la suspensa forma
de tu presencia;
mi corazón, la forma palpitante.

Como bridones blancos,
mis sentidos galopan en la tierra
de tus cinco hermosuras con el carro.

La voz te anuncia
con dorados rumores germinales
lo mismo que los astros y las frutas.

Nacen de tu palabra
manantiales y céfiros
que sosiegan mi tórrida comarca.

Y en tu inefable cercanía
verdean los oteros
y elevas la colina donde pace
mi cándido rebaño de silencios.

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Carlos López Narváez: Luz de llanto

«Para cumplir imaginaria cita »
he de escribir en lágrimas.
Talvez los lentos monosílabos
cálidamente, mudamente digan
lo que ayer no supieron las palabras.

Temblorosa, desnuda,
el alma iba al cuenco de tus manos
pidiendo el pan de la ternura
y el sorbo de una diáfana alegría.

¡Oh silencio aromante!
¡Oh fuego sosegante!
¡Oh rosario de instantes sin mancilla,
labrado en los metales de la tarde!

En macilenta soledad,
más pálida, más lenta,
se extenúa la tarde sin tu forma.
Tu ademán era el nardo
y eran tu voz la brisa y la amapola.
Para el último vuelo
se azulaban rozándote las horas,
y al llegar los luceros sorprendían
la tarde iluminada por tu sombra.

Vuelvo mis ojos a la noche
que te guarda dispersa:
blancuras errabundas, azul profundidad
palpitación tranquila de la tierra.

Como no puede ser
la tarde sin tu forma, hoyes la noche
recinto de mi sueño y de tu sombra.

Con luz de llanto -enjambre de luciérnagas-
otra vez he de hallarte,
¡oh dulce sombra de las tardes muertas!

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Carlos López Narváez: Meridiano

Ella está allí, de pie, sobre mis párpados
desplegada la noche de su pelo;
Ella tiene la forma de mis manos ;
Ella tiene el color de mi desvelo.

Y se sume en la huella de mis pasos
lo mismo que una piedra contra el cielo.

Como abiertos están siempre sus ojos
a los míos la noche llega en vano;
y si sueña en la luz, soles remotos
cruzan de su presencia el meridiano.

Bahías sosegadas, mares broncos,
mi alma es sólo su rumor lejano.

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