Poemas de Carl Sandburg para leer.
Sobre el poeta Carl Sandburg [occultar]
En 1914, Sandburg saltó a la fama con su poema Chicago, publicado en la revista Poetry. Este trabajo lo consolidó como una voz esencial del modernismo estadounidense y como el cronista poético de la ciudad industrial.
Entre sus poemas más destacados se encuentran:
Sandburg también escribió biografías, incluyendo una monumental sobre Abraham Lincoln, que ganó el Premio Pulitzer en 1940.
Su estilo combinaba el lenguaje coloquial con imágenes poderosas, mezclando el ritmo del jazz y el blues con temas sociales. Sandburg fue llamado "el poeta del pueblo" por su capacidad para capturar la esencia de la vida estadounidense, desde las fábricas hasta las praderas.
Murió en 1967, pero su obra sigue siendo un puente entre la poesía tradicional y la moderna, recordándonos la belleza en lo cotidiano.
Hubo dos Cristos en el Gólgota:
uno bebió vinagre, otro miraba.
Uno estaba en la cruz, el otro en la muchedumbre.
Uno tenía los clavos en sus manos, el otro, agarrando
un martillo, clavaba clavos.
Había muchos más Cristos en el Gólgota, muchos más
compañeros ladrones, muchos, muchos en la multitud
aullaban el equivalente judeo de: «¡Matadlo! ¡Matadlo!»
El Cristo que ellos mataron, el Cristo que no mataron,
ambos estaban en el Gólgota.
¡Piedad, piedad por estos tobillos rotos!
¡Piedad, piedad por estas muñecas dislocadas!
Los brazos de la madre son fuertes hasta el final.
Ella le sostiene y cuenta los borbotones de sangre de su corazón.
En él había el olor de los barrios bajos,
iniquidades de los barrios bajos encendían sus ojos.
Canciones de los barrios bajos se trenzaban en su voz.
Los enemigos de los barrios bajos odiaban su corazón de
barrio bajo.
Las hojas de un árbol de la montaña,
hojas con una girante estrella temblando en ellas,
rocas con una canción de agua, agua, encima de ellas,
halcones con un ojo fijo en la muerte, siempre, siempre,
el olor y el poder de esto estaban en sus mangas, en las
ventanas de su nariz, en sus palabras.
El hombre de los barrios bajos fue muerto, el hombre de
la montaña vive.
Versión de Agustí Bartra