Se necesitan médicos y enfermeras.
Así anuncian los periódicos
Se necesitan sastres y modistas
¿Quién necesita poetas?
Dónde encontrar un aviso que diga:
«Invitamos poeta a domicilio
Porque se hizo intolerable
Explicarse en el lenguaje común.
Necesitamos palabras hermosas
Estamos dispuestos a entregar nuestras almas».
Deseo comprar finca.
Se necesitan vacas lecheras.
Versión de Jorge Bustamante García
Poemas cortosPoemas y poetas rusos
Bajo el cielo azul de su tierra nativa
languidecía ella, se agostaba...*
Al fin se marchitó, y ya de seguro
su joven sombra sobre mí volaba;
Nos separa una línea infranqueable.
En vano el sentimiento desperté.
Su muerte oí de un labio indiferente
y con indiferencia la escuché.
¡Y mi alma la amó con tanto fuego,
con una turbación tan dolorosa,
con tanto sufrimiento y extravío,
con tortura tan tierna y angustiosa!
¿Qué se hicieron la pena y el cariño?
Ni reproches me quedan ya ni llanto
para rememorar su sombra crédula
ni la dulce memoria de los días pasados.
_______________
*El poema se refiere a Arnalia Riznich, muerta en Italia en 1825 y destinataria de algunos de los más hermosos poemas pushkinianos.
«Recuerdo, estuve de pie,
tenía ese brillo, y esto,
entonces se llamaba el Neva.»
(El Hombre» de Mayacovski)
Balada de baladas
No es muy novedoso el compás de las baladas,
pero sí duelen las palabras,
de lo que les duele,
las palabras hablan,
entonces rejuvenece el compás de las baladas.
Fue en el cruce de Lubiánski¹
y Vodopiany ²,
El cuadro era éste.
Y este era el marco.
Ella está en la cama,
está acostada.
Él sentado,
y sobre la mesa el teléfono.
«Él y Ella»,
esta es mi balada.
No soy muy novedoso.
Lo terrible es,
que «él»,
soy yo,
y «ella»,
es mía.
¿Qué tiene que ver la cárcel?
Es Navidad.
Están de fiesta, están de jarana.
Pero la ventanita de mi cuarto,
tiene rejas.
Eso no importa,
yo les digo,
es una cárcel.
Tengo una mesa,
sobre la mesa una pajita.
Los cables,
transmiten un
número.
Toqué apenas el tubo del teléfono,
y se me cayó el tubo de las manos.
Es de origen fabril,
dos agujas brillantes,
iluminan el teléfono.
Desde el cuarto vecino,
se oye la voz dormida:
-¿Quién es?
¿De dónde llaman?
El timbre arde de tanto chillar,
está candente el aparato,
y grita:
-¡Está enferma!
¡Está acostada!
¡Corre!
¡Rápido!
¡Es hora!
¹ Calle donde vivió el poeta.
² Idem.
Bendigo la labor nuestra de cada día,
bendigo el sueño nuestro de cada noche,
el divino juicio y la caridad divina,
la ley benévola y la ley de bronce,
mi empolvada púrpura, de harapos cubierta...,
mi empolvado bastón, de los rayos hogar,
y asimismo, Señor, bendigo el pan
en horno ajeno y la paz en casa ajena.
Versión de Severo Sarduy
Poemas cortosPoemas y poetas rusos
Distancia: kilómetros y kilómetros?
Nos han dispersado, transplantado
nos han ¡y qué bien estamos
en los lejanos horizontes!
Distancia y lejanías?
Des-pegados, des-soldados.
Apartaron manos, crucificaron
sin saber lo que destruían: la unión total.
De suspiros y tendones
nos malquistaron, nos esparcieron
y exfoliaron.
Muro y foso.
Separados, como las águilas.
Conspiradores y lejanías?
No nos desbarataron; nos perdieron
por los tugurios de las latitudes:
disgregados como huérfanos.
¿Cuál es, pero cuál es, marzo?
¡Como a las barajas nos han cortado!
Versión de Carlos Álvarez
La bruma nocturna me sorprendió en el camino.
Tras la espesura la luna lanzó su mirada.
El caballo fatigado daba inquietos golpes con las pezuñas;
tranquilo de día, extrañaba la noche.
Sombrío, inmóvil, soñoliento,
el conocido bosque me aterraba
y hacia el claro plateado por la luna
dirigí el paso del caballo resoplante.
Se extiende en la lejanía la neblina del pantano,
pero de plata fulgura la iglesia de la colina.
Y detrás de la colina del bosquecillo del valle,
en la oscuridad se oculta mi casa.
El caballo fatigado acelera el paso hacia su destino.
Centellean las luces de un pueblo extraño.
A la orilla del camino prenden en rojo
las hogueras de los pastores, como faros.
De «Los doce y otros poemas».
Versión de Clara Janés
Me he burlado de mí mismo
Me he engañado
Al pensar que en el mundo
Podría haber algo mejor que tú.
Vestida con tu ropa blanca
como el pelo de una diosa antigua
Sostienes una esfera cristalina
Entre tus dedos transparentes y tiernos
Y todos los océanos, todas las montañas,
Los arcángeles, la gente, las flores,
Todo se refleja
En tus ojos juveniles y diáfanos.
Es extraño pensar que en el mundo
Pueda haber algo mejor que tú.
Quizás yo no sea más que una canción
Inventándote en las noches insomnes.
Llevas tanta luz sobre tus hombros
Una luz tan cegadora
Que se forman largas llamas
Como dos alas doradas.
Versión de Jorge Bustamante García