Si eres un bien arrebatado al cielo
¿Por qué las dudas, el gemido, el llanto,
la desconfianza, el torcedor quebranto,
las turbias noches de febril desvelo?
Si eres un mal en el terrestre suelo
¿Por qué los goces, la sonrisa, el canto,
las esperanzas, el glorioso encanto,
las visiones de paz y de consuelo?
Si eres nieve, ¿por qué tus vivas llamas?
Si eres llama, ¿por qué tu hielo inerte?
Si eres sombra, ¿por qué la luz derramas?
¿Por qué la sombra, si eres luz querida?
Si eres vida, ¿por qué me das la muerte?
Si eres muerte, ¿por qué me das la vida?
Poemas cortos de AmorPoemas de AmorPoemas y poetas peruanos
(Fragmento)
me acerco
a la oscura
abundancia de las rosas
siento
el lento claro de tu pecho
acariciado
por algo que no son
solo mis manos
ni el mirarte
tampoco suficiente
bulle
en el centro
de mi cuerpo
el secreto
de tu réplica
traspasándome
su aliento
sus años jóvenes
su díscola sazón
entonces
entonces
balbuceo
saliva y lágrimas
me recorren
cuerpo adentro
muda mudanza
instante en que
soy
todo yo
en que ya
no soy
yo
sino
el arranque y el golpe
y tú
la cómplice
dulcísima
golpeada
infinitamente
golpeada
Da miedo, a veces, encontrarse con que el camino cae a pico y que hay que bajar agarrándose con las uñas de las rocas.
En esta circunstancia, no se puede sino aconsejar que a cien metros del suelo se suelten las manos.
La caída es deliciosa: el cuerpo se ha hecho permeable; lo atraviesan flores, hojas aromáticas; riachuelos, algas,
espuma del mar, hilos de lluvia, cabellos de mujer, copos de nieve. Estos, al fin, se solidifican a su alrededor, para luego
estallar tal una granada arrojada con violencia al rostro de la mujer amada, que aparece sonriente tras las trayectorias
vertiginosas de los granos rojos.
Vendrá una hora blanda, y yo le diré: -vamos-;
Y ella, sus manos dulcemente me tenderá...
Nadie nos verá ir por el blanco sendero...
Y nos alejaremos, para no volver más...
Y en la paz de sus ojos se copiará el camino
Todo lleno de luna y de serenidad,
la noche elevará vibraciones lejanas...
y nuestros labios, juntos, nunca se saciarán.
Y correrán los días tranquilos y callados;
Y una tarde muy lejos de la torpe ciudad,
donde no pesará la ausencia del hermano,
nuestras espaldas beatamente se curvarán...
Pero siempre serán sus palabras amigas
y sus manos tendrán la misma suavidad
para posarse sobre mis ojos afiebrados...
mis ojos, los que un día le enseñaron a amar...
Será una tarde plácida... ¡tiene cosas la vida!
Llamará muchas veces... ¿quién le responderá?
Y entibiarán mis carnes gratamente sus lágrimas,
Y mi espíritu, triste, mirándola, se irá...
Poemas de AmorPoemas y poetas peruanos
Dejarme arrastrar por un flujo de sensaciones: realidad y fantasía combinan malévolamente hoy en
mí.
Todo nuevo amor refleja una carga eléctrica de un viejo y conocido circuito: felicidad, frustración.
La imagen más bella sería tu desnudo obtenido sin ofrecer mi cuerpo desnudo, de la misma manera
como observo mi serenidad en Safo o en San Juan el deseo, pero al menos que te hable de
Baudelaire no podría hablarte de la poesía.
¿Sabes que es la poesía? Un muchacho que va en busca de la felicidad, o la imagen perfecta del
peligro es atraer como lo hace la poesía a la belleza sin riesgo de caer en la retórica.
Y toda retórica es ridícula.
Amar sólo el fruto de este instante llamado escritura es el resultado fatal conocido como poesía. Se
es más infiel hablando el mismo idioma. Puesto que la imagen perfecta ha de amar el peligro no
existe la perfección sino en la arbitrariedad, entonces combinación de serenidad y deseo en ausencia
del poema: tu desnudo cuerpo con mi cuerpo desnudo, sin serenidad. Caída en este juego sólo para
atraerte al fin.
IX
El amor es como la música,
me devuelve con las manos vacías,
con el tiempo que se enciende de golpe
fuera del paraíso.
Conozco una isla,
mis recuerdos,
y una música futura,
la promesa.
Y voy hacia la muerte que no existe,
que se llama horizonte en mi pecho.
Siempre la eternidad a destiempo.
Poemas cortosPoemas y poetas peruanos
Subes centelleante de labios y de ojeras!
Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.
Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso en la punta chispeante del cuerno
del diablo; mi beso que es credo sagrado!
Espíritu en el horópter que pasa
¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
¡Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!
¿Algún penitente silencio siniestro?
¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
... Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!
Poemas de AmorPoemas y poetas peruanos
Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos
pies cansados sobre esta tierra que gira y es terriblemente
joven todas las mañanas.
Porque sólo tú sabes que hay música, jadeos, incendios,
máquinas que escupen verdades y mentiras a los cuatro
vientos, vientos que te empujan al otro lado, a tu hueco
en el vacío, a la informe felicidad del ojo ciego, del oído
sordo, de la muda lengua, del muñón angélico.
Porque tú gusano, ave, simio, viajero, lo único que no sabes
es morir ni creer en la muerte, ni aceptar que eres tú
mismo tu vientre turbio y caliente, tu lengua colorada,
tus lágrimas y esa música loca que se escapa de tu oreja
desgarrada.
Pasó el vendaval; ahora,
con perlas y berilos,
cantan la soledad aurora
los ángeles tranquilos.
Modulan canciones santas
en dulces bandolines;
viendo caídas las hojosas plantas
de campos y jardines.
Mientras sol en la neblina
vibra sus oropeles,
besan la muerte blanquecina
en los Saharas crueles.
Se alejan de madrugada,
con perlas y berilos,
y con la luz del cielo en la mirada
los ángeles tranquilos.
Poemas cortosPoemas y poetas peruanos
Otra vez es tiempo de ir a la montaña
a buscar una cueva para hibernar.
Voy sin mentirme: la montaña no es madre, sus cuevas
son como huevos vacíos donde recojo mi carne
y olvido.
Nuevamente veré en las faldas del macizo
vetas minerales como nervios petrificados, tal vez
en tiempos remotos fueron recorridos
por escalofríos de criatura viva.
Hoy, después de millones de años, la montaña
está fuera del tiempo, y no sabe
cómo es nuestra vida
ni cómo acaba.
Allí está, hermosa e inocente entre la neblina, y yo entro
en su perfecta indiferencia
y me ovillo entregado a la idea de ser de otra sustancia.
He venido por enésima vez a fingir mi resurrección.
En este mundo pétreo
nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo solo
y me tocaré
y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña
sabré
que aún no soy la montaña.
Desde la cornisa de la montaña
dejo caer suavemente una piedra hacia el precipicio,
una acción ociosa
de cualquiera que se detiene a descansar en este lugar.
Mientras la piedra cae libre y limpia en el aire
siento confusamente que la piedra no cae
sino que baja convocada por la tierra, llamada
por un poder invisible e inevitable.
Mi boca quiere nombrar ese poder, hace aspavientos, balbucea
y no pronuncia nada.
La revelación, el principio,
fue como un pez huidizo que afloró y volvió a sus abismos
y todavía es innombrable.
Yo me contento con haberlo entrevisto.
No tuve el lenguaje y esa falta no me desconsuela.
Algún día otro hombre, subido en esta montaña
o en otra,
dirá más, y con precisión.
Ese hombre, sin saberlo, estará cumpliendo conmigo.