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Poemas y poetas egipcios

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Versos Milenarios: Explorando la Poesía y los Grandes Poetas del Antiguo Egipto La poesía egipcia antigua es un tesoro literario que ha perdurado a través de los siglos, revelando la profundidad emocional y espiritual de una de las civilizaciones más fascinantes de la historia. Desde himnos sagrados hasta poemas de amor, los poetas egipcios dejaron un legado que sigue inspirando a generaciones. La Riqueza de la Poesía Egipcia Los poemas del antiguo Egipto abarcan temas como el amor, la muerte, la naturaleza y la devoción a los dioses. Entre las obras más destacadas se encuentran: El Himno al Sol de Akenatón, una oda al dios Atón. Las Lamentaciones de Isis y Neftis, un poema funerario lleno de simbolismo. Los Cantos de Amor, comparables a los poemas de amor de otras culturas. Grandes Poetas del Antiguo Egipto Entre los poetas egipcios más influyentes se encuentran figuras como: Ptahhotep, autor de Las Máximas de Ptahhotep, una obra sapiencial. Amenemope, cuya poesía didáctica influyó en textos bíblicos. Neferti, conocido por sus profecías en verso. Influencia en la Literatura Universal La poesía egipcia ha dejado huella en movimientos literarios posteriores, inspirando a grandes poetas latinoamericanos y europeos. Su estilo lírico y simbólico se asemeja al de los poemas cortos de amor modernos. Explorando Más Poesía Clásica Si te interesa la poesía antigua, también puedes descubrir los grandes poetas griegos o los poetas romanos, cuyas obras dialogan con la tradición egipcia.

Bahía Quina: Poema de Fabio Morábito

A Ethel

Esta mujer que abandona en la arena
su cuerpo es una roca que dibuja
la luz del mediodía, roca oscura
sin sed, sin ojos, sin sombra siquiera.

Esta mujer está tendida y sueña
que es una roca que la luz dibuja
en esta playa sin nombre. Sin duda
hay un ritmo de olas en sus venas.

En esta rada entra el mediodía
y borra los contornos de las rocas
y borra el mar de innumerables cuencas.

Y mientras sueña esta mujer tendida
que es una roca fija, una ola
se mete entre sus pies y la despierta.

Poemas y poetas egipcios

Buen tiempo, mal tiempo: Poema de Constantine P. Cavafy

Me alegra que se vaya
el invierno con sus nieblas, temporales y frío.
La primavera entra en mí, oh alegría verdadera.
La risa es como un rayo de sol, todo de oro puro,
no hay otro jardín como el del amor,
el calor de la canción derrite todas las nieves.
Que agradable cuando la primavera
siembra de flores las verdes campiñas.
Pero si tienes el corazón herido es como si llegara el invierno.
La tristeza puede empañar el mas brillante de los soles;
si estás apenado, Mayo parecerá Diciembre,
porque las lágrimas son tan frías como la nieve.

Versión de Miguel Castillo Didier

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En la calle: Poema de Constantine P. Cavafy

Su simpático rostro un poco pálido
y los ojos castaños aún absortos.
Veinticinco años, aunque aparenta más bien veinte.
Algo le da en su atuendo vago aire de artista:
la corbata tal vez o la forma del cuello.
Marcha sin fin preciso por la calle
como aún poseído del placer ilegal,
del prohibido amor que acaba de ser suyo.

Versión de José Ángel Valente

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Candelabro: Poema de Constantine P. Cavafy

En una pieza vacía y pequeña, sólo cuatro paredes,
y cubiertas por telas íntegramente verdes,
está encendido un hermoso candelabro y arde:
y en cada llama suya se abrasa
una pasión lasciva, un impulso lascivo.

En la pequeña pieza, que brilla iluminada
por el fuego vigoroso del candelabro,
no es en absoluto usual esta luz que brota.
Para cuerpos sin audacia no está hecha
la voluptuosidad de este calor.

Versión de Miguel Castillo Didier

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La ciudad: Poema de Constantine P. Cavafy

Dijiste: «Iré a otra ciudad, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón - como un cadáver - sepultado.
Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí».

Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás
por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes-
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.

Versión de Miguel Castillo Didier

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Ciudad de México: Poema de Fabio Morábito

Un día mi padre dijo
nos vamos, y tú eras
la meta: otra lengua,

otros amigos. No:
los amigos de siempre,
la lengua, la que hablo.

Me he revuelto en tus aguas
volcánicas y urbanas
hasta al fin conocerme,

y si al hablar cometo
los errores de todos,
me digo: soy de aquí,
no me ensuciaste en vano.

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Los columpios: Poema de Fabio Morábito

Los columpios no son noticia,
son simples como un hueso
o como un horizonte,
funcionan con un cuerpo
y su manutención estriba
en una mano de pintura
cada tanto,
cada generación los pinta
de un color distinto
(para realzar su infancia)
pero los deja como son,
no se investigan nuevas formas
de columpios,
no hay competencias de columpios,
no se dan clases de columpio,
nadie se roba los columpios,
la radio no transmite rechinidos
de columpios,
cada generación los pinta
de un color distinto
para acordarse de ellos,
ellos que inician a los niños
en los paréntesis,
en la melancolía,
en la inutilidad de los esfuerzos
para ser distintos,
donde los niños queman
sus reservas de imposible,
sus últimas metamorfosis,
hasta que un día, sin una gota
de humedad, se bajan
del columpio
hacia sí mismos,
hacia su nombre propio
y verdadero, hacia
su muerte todavía lejana.

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Cuando despierten: Poema de Constantine P. Cavafy

Trata de guardarlas, poeta,
por más que sean pocas aquellas que se detienen.
Las visiones de tu amor.
Ponlas, medio ocultas, entre tus frases.
Trata de retenerles, poeta,
cuando despierten en tu mente
en la noche o en el fulgor del mediodía.

Versión de Miguel Castillo Didier

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Cuanto puedas: Poema de Constantine P. Cavafy

Cuanto puedas
Si imposible es hacer tu vida como quieres,
por lo menos esfuérzate
cuanto puedas en esto: no la envilezcas nunca
por contacto excesivo
con el mundo que agita movedizas palabras.

No la envilezcas nunca
en el tráfago inútil
o en el necio vacío
de los rostros diarios
y al cabo te resulte un huésped importuno.

Versión de José Ángel Valente

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Cuarteto de Pompeya: Poema de Fabio Morábito

He dado al arte: Poema de Constantine P. Cavafy

Me siento y medito. He dado al Arte
deseos, sensaciones, ciertos entrevistos
rostros o líneas, la insegura imagen
de amores incompletos. Dejad que a él me entregue.
El Arte sabe dar forma a la Belleza,
con toque imperceptible completando la vida
combinando impresiones, combinando los días.

Versión de José Ángel Valente

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Desde las nueve: Poema de Constantine P. Cavafy

Doce y media. Rápidamente el tiempo
pasó desde las nueve, cuando encendí mi lámpara
y me senté aquí. Estoy sentado
sin hablar o leer. ¿A quién podría hablar
en la casa desierta?

La imagen de mi cuerpo joven,
cuando encendí mi lámpara a las nueve,
vino a mi encuentro despertando
un perfume de cámaras cerradas
y pasado placer. ¡Qué audaz placer!
También trajo a mis ojos
calles ahora no reconocibles,
lugares de otro tiempo donde la vida ardió,
viejos teatros o cafés difuntos.

La imagen de mi cuerpo joven vino
y me trajo también memorias tristes:
las penas familiares, los adioses,
los sentimientos de los míos,
los sentimientos de los muertos
apenas atendidos.

Doce y media. Cómo pasan las horas.
Doce y media. Cómo pasan los años.

Versión de José Ángel Valente

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