Persiguiendo el perfume de risueño retiro,
la fugaz mariposa por el monte revuela,
y en esos aires enciende sutilisima estela
con sus pétalos tenues de cambiante zafiro.
En la ronda versátil de su trémulo giro
esclarece las grutas como azul lentejuela;
y al flotar en la lumbre que en los ámbitos riela,
vibra el sol y en la brisa se difunde un suspiro.
Al rumor de las lianas y al vaivén de las quinas,
resplandece en la fronda de las altas colinas,
polvoreando de plata la florida arboleda;
y la gloriosa en el brillo de sus luces triunfales,
sobre el limpio remanso de sernos cristales
pasa, sin hacer sombra, con sus alas de seda.
Ingenua colegiala de ojazos taciturnos
que a través de la reja de tu alcoba
indagas el misterio de los astros nocturnos.
Adivino que sueñas...
(Los ojos se prolongan
en las ojeras lánguidas, y los senos turgescen,
y las manos se afiebran, y los labios florecen...)
En tu carne virgínea ya la mujer se inicia,
y en tus horas inquietas
entrevés el coloquio , presientes la caricia.
La romántica espera te ha embellecido tanto,
como jamás lo sospechó mi canto.
Porque en los pechos núbiles el amor presentido,
es el Alba, que avanza sobre un campo florido.
Ella está aquí, presente en la distancia
que separa su nombre de mi oído
y está aquí en el espacio estremecido
que hay entre mi recuerdo y su fragancia.
Ella se fue, y aún yerra por mi estancia
su nombre en su perfume diluido,
que por marcarle un límite al olvido
se hizo nombre y perfume la distancia.
Ella está aquí, presente en el abismo
de su ausencia en aroma. En el amargo
acento de su nombre en mi mutismo.
Que de tan corto amor, dolor tan largo,
sólo es nombre y perfume... Y sin embargo
yo pude acompañarla hasta mí mismo.
Hay Damas que nacieron para mostrarse un día
ceñidas en coronas de lírico florón;
para vivir tus sueños, gentil Caballería,
en brazos de un mancebo de golas y toisón:
Nacieron bajo el astro de la Galantería
a perfumar un siglo, como la Maintenon,
o ennoblecer su tribu con la raza bravía
que mancha de cien águilas el oro de un blasón.
Hay manos que pudieran regir con áureas bridas
el cisne que conduce las almas elegidas,
¡por lagos perezosos, a olímpico País!
Hay dedos que transforman cuanto palpan sus yemas:
en gemas los guijarros, las prosas en poemas,
¡y la flor de los trivios en heráldico Lis!
Tu amistad como un amor no menos lúcido,
una marea que desobedeciera a la luna;
días de aguas altas hasta cubrir las rocas,
y luego -enfática- la resaca.
Pero la sangre sabe,
ninguna levedad impugna su destreza;
de lo vivido en aquellos días
quedan en verdad algunos momentos,
ya la invulnerable a la mala memoria
ya las pretensiones del tiempo.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Llueve,
y mientras el agua me arrulla,
recuerdo y escucho.
¿Escucho lo recuerdo?
En ese caso te estaría oyendo:
tu voz suena como un coro,
no una sino muchas veces.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en tu tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida de armonía.
Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa desangra el día
Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía
Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.
Alguien pasa y pregunta
por los jazmines, madre.
Y yo guardo silencio.
Las palabras no acuden
en mi ayuda, se esconden
en el fondo del pecho, por no subir vestidas
de luto hasta mi boca,
y derramarse luego
en un río de lágrimas.
No sé si tú recuerdas
los días aún tempranos
en que ibas como un ángel
por el jardín, y dabas
a los lirios y rosas
su regalo de agua,
y las hojas marchitas
recogías en esa
tu manera tan suave
de tratar a las plantas
y a los que se acercaban
a tu amistad perfecta.
Yo sí recuerdo, madre,
tu oficio de ser tierna
y fina como el aire.
Una tarde un poeta
recibió de tus manos
un jazmín que cortaste
para él. Con asombro
te miró largamente
y se llevó a los labios,
reverente, la flor.
Se me quedó en la frente
aquel momento, digo
la frente cuando debo
decir el corazón.
Y se me va llenando
de nostalgia la vida,
como un vaso colmado
de un lento vino pálido,
si alguien pasa y pregunta
por los jazmines, madre.
Digamos que una tarde
el ruiseñor cantó
sobre esta piedra
porque al tocarla
el tiempo no nos hiere
no todo es tuyo olvido
algo nos queda
Entre las ruinas pienso
que nunca será polvo
quien vio su vuelo
o escuchó su canto
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Algún día escribiré un poema
que no mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros
ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar
los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré
un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día escribiré un poema, el canto de mí dicha.